En los pasados capítulos de nuestra luna de miel os conté el Safari que hicimos por Kenia y Tanzania, lo podéis leer aquí.
Lo bueno de Ratpanat, es que después del Safari tienes la posibilidad de disfrutar de unos días de relax y playa en Zanzíbar.
Llegamos al aeropuerto de Arusha, nada más llegar no sabíamos si era un aeropuerto o qué era, nada más entrar ya estaba el mostrador para facturar y además las maletas las dejaban apelotonadas y luego un hombre las iba moviendo. Lo primero que pensé fue: Me pierden el equipaje, pero os tengo que decir que son en estos aeropuertos pequeños y en los que se hace todo a mano, donde menos maletas se pierden.
Pasamos el escaner y llegamos a la pista, sí, tal cual, la sala de espera estaba en la misma pista (en la foto que sale Miguel se aprecia su arquitectura). Estuvimos esperando un ratito y nos avisaron para subir a nuestra avioneta, no avión, solo íbamos 20 personas, el piloto y el copiloto, y además podías ver como maniobraban.
Os tengo que decir que volar en avioneta no es una experiencia que yo, personalmente, recomiende, lo pasé más mal que bien, pero en fín, llegamos a Zanzíbar y nos llevaron al Hotel Karafuu Beach Resort & Spa.
Nada más llegar nos dieron nuestra habitación (marcada con una HM de Honeymoon) y fuimos directos a ver qué tal estaba, os dejo algunas imágenes:
Dejamos nuestro equipaje y salimos a dar una vuelta por el Hotel, aunque enseguida volvimos a nuestra habitación para degustar el regalo de bienvenida (una selección de frutas y una botella de vino blanco).
A la mañana siguiente despertamos y fuimos directos a la playa, os tengo que contar que la subida y bajada de la marea en esta playa se notaba muchísimo, por la mañana la marea estaba baja y dejaba ver una pasarela de hormigón que te llevaba directa al agua, pero por la tarde poco a poco esa pasarela desaparecía bajo el agua.
Nos bañamos, degustamos algunos cócteles (lo propio en un hotel así) y para comer fuimos a The Rock, un restaurante que está sobre una roca en medio del mar, como fuimos a esa hora pudimos acceder a pie, ya que el agua no lo impedía, pero si se va por la noche, te llevan hasta el restaurante en barquita. Sinceramente si vais a Zanzíbar, y buscáis comida barata, no os recomiendo este sitio, tiene unas vistas muy bonitas, pero es caro.
De vuelta al hotel, dimos un paseo por el mar, ya que aprovechamos la marea baja e íbamos a unos 5 metros de la orilla paseando. Al llegar nos enteramos de lo del incendio del aeropuerto en Nairobi, cosa que veríamos unos días más tarde.
Una de las cosas que más me gustó de la estancia en Zanzíbar, fue la excursión que hicimos el segundo día. De buena mañana pasaron a por nosotros y nos llevaron a la otra punta de la isla para coger un catamarán, esta excursión la hicimos 4 parejas y fue ¡toda una experiencia!
Nos llevaron hasta un banco de arena con aguas cristalinas, nos dieron coco y fruta fresca, comimos marisco en una isla cercana e hicimos snorkel (todo el equipaje nos lo dejaron los del catamarán). Si vais a Zanzíbar no perdáis la oportunidad de hacer snorkel, tiene muchísimos corales y peces, nosotros no habíamos hecho nunca y ¡nos encanto!
Eso si al finalizar el día estábamos muy cansados, pero lo habíamos pasado genial.
Al día siguiente dejamos el paraíso y nos dirigimos a Stonetown, la capital de la Isla, donde pasaríamos una noche. Al llegar fuimos al hotel, dejamos el equipaje y salimos a cotillear la capital. Stonetown es musulmana, por lo que lo ideal es no enseñar mucho. La ciudad es... ¡un caos! sinceramente, no sé como es Patrimonio de la Humanidad. Además nos contaron que todo el dinero que les llega se lo queda el ayuntamiento y no lo invierten para mejorar la ciudad.
Dimos un largo paseo y al caer la noche cenamos en el Mercury"s, que se llama así por Freddie Mercury, el cual nació en la isla de Zanzíbar.
Llegó el último día y volamos hacía Nairobi, donde pasamos el día, comimos en un Centro Comercial (nada que ver con los de aquí) y por la tarde visitamos la Casa Museo de Karen Blixen, probablemente os suene el nombre de la película Memorias de África.
Cenamos en el Restaurante Carnivore, el nombre ya os dice de qué iba la cosa, empezaron a sacar carne y más carne: pollo, avestruz, vaca, cocodrilo, pavo... un no parar de comer, jaja.
Ya llenitos fuimos al aeropuerto, el cual era un caos, como se quemó (por la mañana al aterrizar vimos toda la fachada ennegrecida) estaba todo en carpas (cuando digo todo, es todo, hasta el Duty Free). Facturamos el equipaje y nos llevaron a una carpa llena de butacas que parecía que habían salido de un palacio de la época del Renacimiento, jaja. Y además los baños eran portátiles, una experiencia más que vivimos y que dio el punto final a nuestra luna de miel.
Espero que os hayan gustado los 5 capítulos y si tenéis preguntas sobre el viaje, no dudéis en enviarme un mensaje, ¡estaré encantada de ayudaros!
¡Besos!
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