¡Que durilla es la vuelta a la realidad! Después de tantos días de desconexión: escapadas, turismo, playa, sol, tapeo y vinitos, me cuesta volver a la rutina. Ya hace una semana que estoy por aquí pero aún así no puedo evitar recordar con muchísima melancolía los buenos momentos vividos durante las vacaciones.
Hoy escribo mi último post sobre nuestra luna de miel en Tailandia. Lo hago con muchísima pena, recordando nuestro último día en Krabi y nuestra última noche en Bangkok pero, a la vez, con una sensación muy bonita, la de que todos esos recuerdos que tengo me hacen darme cuenta de que escogimos un destino mucho más bonito de lo que nos habían llegado a explicar.
Si hay algo que no olvidaremos ni mi marido ni yo de nuestra estancia en Krabi, además de la playa y las puestas de sol de las que ya os hablé aquí, es el masaje tailandés que nos regalaron unos amigos el día de nuestra boda y que disfrutamos nuestro último día.
La verdad es que ese día como ya os conté anteriormente aquí, nos dimos cuenta de que hubiésemos necesitado al menos una semana para descubrir lo mejor de Krabi y eso que no somos de esas parejas a las que les encanta tumbarse panza al sol. Pero es que Krabi es mucho más que playas bonitas. Es el paraíso.
El último día, igual que los anteriores, disfrutamos de un buen desayuno en el buffet del hotel y de un bañito en la piscina antes de ponernos en marcha. Nuestro planazo era disfrutar de un baño termal y un maisaje tailandés antes de volver a Bangkok.
Sin extenderme mucho y en una palabra os diré que fue IM-PRE-SIO-NAN-TE.
Desde ese día no he vuelto a tener dolores de espalda tan fuertes como los que tenía antes y cuándo tengo algún amago daría lo que fuese por volver a ponerme en manos de aquella mujer de mediana edad que, como dice mi marido, me pegó la mejor paliza de mi vida.
Estos son los pasos a seguir si os hacéis un masaje tailandés (cosa que os recomiendo si o si):
- Baño termal. En primer lugar, os recomiendo que disfrutéis de un baño relajante de cañas de azúcar, cítricos y menta. Ya sea porque el día anterior nos quemamos, estábamos a más de 30 grados o porque el agua estaba ardiendo nos costó muchísimo sumergirnos dentro. Es más aún recuerdo algunas anécdotas al más puro estilo Paco Martinez Soria. Igual que también recuerdo que estuvimos a punto de desistir y no sumergirnos en el agua. Pero tenéis que hacerlo. Los músculos se relajan muchisimo, se preparan para el masaje, y si, además disfrutáis del baño, en un entorno como el nuestro, sin duda, ese primer paso se convierte en un paso esencial antes de ponerte en manos de la masajista.
Nosotros disfrutamos del baño termal en un privado de lujo. Era tan bonito que no pude resistirme a hacer una foto.
- Pijama tailandés. Después del baño y, antes del masaje, tendréis que vestiros con el pijama tailandés. Esta hecho de un tejido muy suave, semi transparente y es muy, muy cómodo, completamente flexible, es como una segunda piel. Evita rojeces y moratones que pueden surgir por la intensidad del masaje.
- Masaje. Una experiencia única. No se puede describir con palabras. Al principio parece que te estén matando pero poquito a poco llegas al climax de la relajación. Sin duda, para nosotros, el mejor masaje de nuestra vida. Nunca me he sentido tan bien.
¡Mirad que carita de relajación!
Después del masaje, paseito por los jardines del hotel y comida tailandesa en el restaurante del hotel, antes de regresar a Bangkok.
Recuerdo con nostalgia lo que me costó bajar del coche que nos acompañó al aeropuerto de Krabi. Sé que os lo he dicho en cada post pero es que aquello es impresionante. Y aunque después de 12 días non-stop tenía muchísimas ganas de volver a casa, en el fondo, no quería que se acabase esa experiencia.
Un par de horas después ya estábamos aterrizando de nuevo en Bangkok, dónde pasaríamos nuestra última noche antes de regresar a casa. El guía que nos acompañó al hotel dónde pasamos nuestra primera noche era tan divertido que aun me río recordando sus historias. Nos recomendó pasar nuestra última noche practicando shopping en un famoso centro comercial de Silom pero estabamos tan agotados que, finalmente, compramos un par de souvenirs en Patpong, cenamos en el mismo lugar donde habíamos cenado la primera noche (allí degustamos una vez más el mejor plato de pato al estilo tailandés) y nos fuimos a tomar una copa antes de irnos a dormir.
Al día siguiente nos esperaban 13 horas de vuelo para regresar a nuestro dulce hogar. La vuelta se me hizo bastante corta gracias a mi inseparable amiga "Dormidina".
Fin del viaje
¡Espero que mi experiencia en Tailandia os ayude a organizar vuestra luna de miel o viaje!
Si tenéis cualquier duda o pregunta, podéis escribirme a portimecasare@hotmail.com
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