Después de tres días en Bangkok que podéis recordar aquí, el cuarto día recogimos nuestras maletas y después de desayunar pusimos rumbo por carretera al norte de Tailandia.
Anop nos esperaba puntual a primera hora de la mañana para abandonar la capital de Tailandia antes de que el tráfico fuese un caos y comenzar nuestro circuito privado.
Nuestra primera parada antes de llegar a nuestro destino final fue Ayutthaya. Se encuentra a 85 kms de Bangkok así que en poco más de 1 hora estábamos allí.
Recuerdo que llegamos muy temprano y hacía muchísimo calor. Anop insistió en que llevásemos un parasol y aunque en principio me negué (yo también creía que era excesivo), en las ruinas de la antigua capital del Reino de Siam no hay sombra donde cobijaros así que os recomiendo que lo llevéis.
Nosotros el recorrido lo hicimos en coche privado pero también podéis hacerlo en túk-túk o bicicleta.
Antes de llegar al conjunto histórico de Ayuthaya, visitamos el Templo Phanan Choeng. Allí descansa una de las imágenes de Buda que más atrae a los tailandeses, el Phra Phanan Choeng, de 19 metros de alto.
Las paredes del templo están cubiertas por 84.000 budas y en su interior encontraréis bellos tapices que recrean momentos de la historia.
Otra de las curiosidades de este templo es el cementerio que se encuentra en la parte posterior del templo y el templo chino que se encuentra en su interior.
Es un lugar muy verenado por lo que es difícil no encontrarse a tailandeses realizando ofrendas y rezando en cualquier lugar del templo. Anop nos convenció para realizar una ofrenda a Buda y le pidió a uno de los monjes del templo que bendijera nuestro matrimonio. Fue una experiencia muy espiritual y que, sin duda, nos marcó todo el viaje.
Y, por fin, llegamos al parque histórico de Ayutthaya. Allí visitamos el
Wat Phra Mahathat, uno de los templos más famosos, gracias a su famosa cabeza de Buda empotrada entre las raíces de un árbol.
Nadie sabe a ciencia cierta cómo fue a parar a allí; unos dicen que fue abandonada después del saqueo birmano y que los árboles crecieron a su alrededor y otros sugieren que unos ladrones intentaron robarla pero no lo consiguieron debido a su peso.
Personalmente, a nosotros no fue el templo que más nos gustó, incluso, diría que nos defraudo un poquito.
Y el Wat Phra Si Sinphet, el mayor templo de Ayutthaya. Su interior acogió un Buda de 16 m de alto recubierto de 250 kg de oro.
Antes de abandonar Ayutthaya, visitamos el mercado de comida. Allí Anop nos invitó a un dulce típico de la ciudad. ¡Os recomiendo que no dejéis pasar la oportunidad y lo probéis! Es un dulce delicioso que sólo podréis comer allí. ¡Os encantará!
La visita a Ayutthaya se nos hizo muy corta ya que el parque histórico está compuesto por muchas más ruinas y monumentos de gran interés arqueológico pero, en nuestro caso, teníamos que continuar nuestro camino a Lopburi, la ciudad de los monos, una pequeña y tranquila ciudad situada a 150kms de Bangkok.
Allí visitamos el Prang Sam Yot, aunque el verdadero atractivo y lo que hace famosa a la ciudad, no son sus templos, sino el hecho de que la ciudad, más que por personas, parece estar poblada por monos.
Están en todas partes: en las aceras, en los cables de la luz, en las ventanas, sobre los coches? y, por supuesto, en la entrada de los templos.
El asunto llega a tales extremos que una de las primeras advertencias de Anop antes de llegar, fue no llevar objetos vistosos y de valor sobre el cuerpo (como gafas o pendientes) y muy especialmente no molestarles, ya que si se les toca las narices, los monos no son nada amigables.
Después de comprar mazorcas y dárselas de comer (esta tarea básicamente la hizo mi marido y a punto estuvo de costarle mi parasol), la situación más curiosa se dio al entrar en el Prang Sam Yot, en cuyas puertas hay instaladas rejas para que, una vez dentro, los monos no se acerquen al visitante.
¿Podéis imaginar lo que sentimos dentro de un templo tan pequeño, mientras uno o varios monos nos observan a través de las rejas? Mi primer e instintivo pensamiento fue que me encontraba en un zoo, sólo que en este caso ¡el animal era yo!
No fue una visita especialmente atractiva (yo sufría cada vez que tenía algún mono a mi alrededor ?no tengo espirítu de Indiana Jones-) pero a mí, personalmente, me impacto. Fue como comprobar que la leyenda acerca de sus monos es cierta? y os lo aseguro: ¡en este caso la realidad supera cualquier cosa que os hayan contado! Los verdaderos habitantes de Lopburi son los monos.
Después de comer en una preciosa posada dónde pudimos disfrutar de unas preciosas vistas ante un lago, pusimos rumbo a la ciudad de Sukhothai a dónde llegamos a media tarde.
Allí nos hospedamos en el Sukhothai Heritage Resort, un elegante complejo de 4 estrellas, situado cerca del parque histórico de Sukhothai y el parque de Sri Satchanalai y rodeado de preciosos campos de arroz y flores de loto.
Nuestra habitación era preciosa. Con acceso directo a una de sus dos piscinas, tenía una decoración tailandesa en tonos vivos y en su interior nos habían dejado galletitas tailandesas de arroz y flores de loto.
Nos dimos un chapuzón en la piscina y cuándo caía el sol nos tumbamos en unas hamacas tailandesas para contemplar el atardecer frente a los campos de arroz y flores de loto. ¡Una maravilla de la naturaleza!
Os confieso que esta fue una de las cosas que más disfruté de nuestra luna de miel: contemplar las puestas de sol y el amanecer. Y es que el viaje a Tailandia fue un viaje en el que tuvimos tiempo para hacer prácticamente de todo, incluso, contemplar el atardecer o el amanecer en muchos lugares de Tailandia.
Después de descansar un rato de nuestro largo viaje, disfrutamos en el hotel de varios platos de cocina tailandesa que estaban deliciosos y tomamos unas copas con música típicamente tailandesa en directo.
Y aquí termina nuestro cuarto día en Tailandia, el próximo día madrugaremos para visitar el parque histórico de Sukothai.
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