De nuevo encuentro un hueco en el blog para contaros más aventuras y anécdotas de nuestra Luna de miel en Tailandia: una experiencia inolvidable en un país increíble.
Llevábamos ya 5 días en Tailandia cuándo llegamos a Chiang Rai, una pequeña y tranquila ciudad situada en la provincia más norteña de Tailandia, cerca de Myanmar y Laos.
Después de disfrutar del genial desayuno del Hotel The Legend Chiang Rai, conocimos a nuestro primer y único compañero de viaje, un hombre vasco que nos acompañó durante nuestra ruta por Chiang Rai y Chiang Mai.
En Chiang Rai podéis pasear por el mercado nocturno y comer en el Food court, visitar el Wat Rong Khun o Templo Blanco y la Casa negra o descubrir el Triángulo de Oro.
Nosotros tan sólo estuvimos un día en Chiang Rai por lo que al ser un viaje organizado visitamos el Triángulo de Oro. Se trata de un punto en el que se unen las fronteras de Tailandia, Laos y Myanmar (Birmania). Esta zona es famosa por el tráfico de opio.
Antes de llegar al río Mekong, visitamos algunas tribus de montaña que hay por la zona. A nosotros personalmente nos defraudó muchísimo la visita. Creíamos que íbamos a ver el modo de vida de esta gente y lo que sentimos fue que aquel modo de vida, rodeados de tantos turistas, era demasiado artificial: niños vendiéndonos souvenirs, ancianos pidiéndonos donativos por una foto... ¡no os lo recomiendo!
Y llegamos al río Mekong, ¡qué impresionante es el Wat Phra Pu Khao, un templo al que se accede por unas majestuosas escaleras y qué divertido fue el paseo en barca tradicional!
Tuvimos la oportunidad de tomar fotos , acercarnos a la desembocadura del río Mekong donde se unen las fronteras de Tailandia, Laos y Myanmar (Birmania) y comprar en el pequeño mercado de Don Sao (Laos), la única zona del país que se puede visitar sin visado.
Después del viaje en barco, fuimos andando a visitar el museo del Opio. No tiene mucho que ver. Te cuentan la historia de la zona, cómo se cultiva el opio y el proceso de elaboración de la heroína. También cuentan como han erradicado el cultivo y cuál es el castigo si lo cultivas.
Lo más bonito de Chiang Rai sin duda es su paisaje montañoso y su vida rural. Echamos de menos un trekking por la selva u otra actividad menos turística.
Tras una comida en un restaurante local de la zona, nos dirigimos rumbo a Chiang Rai, a dónde llegaríamos 3 horas y media más tarde. Antes de llegar a la ciudad y hospedarnos en el hotel, visitamos su famoso Wat Phra That Doi Suthep, situado a las afueras de la ciudad, en las montañas sagradas del Doi Suthep, donde hay bonitos senderos y cascadas y des del que pudimos disfrutar de unas preciosas vistas de la ciudad.
Al salir algunos niños y niñas de una de las tribus de Doi Suthep jugaban en las escaleras. ¡Esa si fue una de las experiencias más bonitas que vivimos en Chiang Mai!
Detenernos y contemplar cómo sonríen mientras juegan únicamente dejando volar su propia imaginación.
Ojalá hubiésemos llegado al atardecer para contemplar el templo iluminado de día y de noche y ver a los monjes rezando. Si tenéis la oportunidad, os lo recomiendo. Igual que os recomiendo que paséis más días en Chiang Mai y os saltéis la turística visita a Chiang Rai que proponen los touroperadores.
Y llegamos a la ciudad de Chiang Mai. Antes de llegar al hotel, visitamos la zona antigua más antigua, rodeada por una muralla y un foso de agua. Veréis muchos templos, el más famoso es el Wat Phra Singh, aunque nosotros no llegamos a ver ninguno porque estábamos agotados y ya no teníamos ganas de visitar más templos budistas.
Nos hospedamos en el Hotel The Naga. Este hotel tiene un encanto especial: es pequeño, tan sólo cuenta con 50 habitaciones, pero está decorado en madera al estilo Lanna y, además, cuenta con un servicio impecable y una ubicación excelente, a tan sólo 500 metros del centro de la ciudad por lo que es fácil moverse para visitar el centro histórico y el mercado nocturno.
Después de descansar un ratito, cenar y pasear por el mercado nocturno de Chiang Mai, termina nuestra última aventura en Tailandia.
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