Mi chico es futbolero. A mi no me desagrada el fútbol. Al principio de nuestra convivencia nuestros domingos eran domingos de resaca, de levantarnos a las dos, pedir unas pizzas, tirarnos en el sofá y ver fútbol. Un plan de chicos. Y eran nuestros mejores domingos. Él siempre dice que poder compartir su afición conmigo es un lujazo, aunque a veces me pierda un poco y piense que un saque de puerta es un córner y viceversa…. A lo que venía…
Mi marido (y amigos) estaban hartos (y están ) de ir a bodas de amigos y pedir al dj que ponga el himno de su equipo de fútbol y que se niegue. Y que les digan que himnos de fútbol no. Es una situación que han vivido muchas veces… por mucho que sea el novio el que lo pida. Por mucho que los novios digan que acepten todas las peticiones. Han llegado incluso a escuchar que estaban en la ciudad del eterno rival y que ese himno no podía sonar… Y sí, muy bien, estaríamos en la ciudad del eterno rival pero en un salón cerrado,en una celebración privada y todos éramos de la otra ciudad… Y ni así…. Y esto, cuando todos los amigos son muy, muy futboleros os aseguro que da rabia. Si el fútbol os la refanfinfla puede que no entendáis esto pero es sencillo: viene a ser lo mismo que si en la boda de tu mejor amigo pedís esa canción chorra de Rafael que os hace reír noche de juerga tras noche de juerga y el dj te dice que no, que allí “rafaeladas” no suenan… Pues te indignas.. Y con razón.
Y es que si, los himnos de fútbol puede ser que, a priori, no sean las mejores canciones para una selección de una noche de fiesta pero yo, las noches de fiesta LEGENDARIAS siempre las recuerdo cantando en algún momento el himno de nuestro equipo con mis amigas, la canción de Oliver y Benji y La Mano de Dios de Calamaro. Esto es así. Y aunque un himno de fútbol no sea canción de fiesta como tal…. Si puede crear una fiesta, si puede encajar en una fiesta, si puede dar vida a una fiesta, si puede irse de fiesta, si puede irse de boda.
Mi marido sabía desde el día que fijamos la fecha de boda que el himno del Sporting se venía con nosotros a la barra libre. Por él, por mí, por aquel ascenso que vivimos en nuestros comienzos, por nuestros amigos, por esos primos del pueblo que son sportinguistas en la distancia, por ese speaker de El Molinón… Y esto era innegociable. Tan innegociable como que yo era la novia y él el novio.
En la primera reunión con el Dj ya se lo dijimos. Y lo apuntó a la vez que nos miraba “raro” y nos decía “seguro?” Seguro. Seguro. Seguro. “Es que los himnos de fútbol no suelen quedar bien…” Que sí, que tiene que sonar, y no insistas mucho en que no porque te mandamos poner también el del AC Milán y hasta el de la Unión Deportiva FuenteCanteña y te vas a reír de los himnos de fútbol.. “Es que no sé como encajarlo…” A última hora.. A esa hora a la que ya encaja todo, a esa hora de la barra libre en la que lo que encaja son las canciones que tienen un sentido, las canciones que te trasladan a momentos, que te unen a la gente, que tienen un porqué, que te dan un porqué… Porque esas canciones siempre encajan y no quedan mal… En las siguientes reuniones, en los siguientes correos se lo recordamos… Había muchas más peticiones pero de esas os hablo otro día… Hoy la cosa va de fútbol.
Hubo mucha insistencia porque al Dj no se le olvidara el himno y también mucha insistencia por su parte porque se nos olvidara a nosotros. Iluso, ¡¡con menudos había ido a dar!! Sería común en las bodas o no, encajaría o no en otras barras libres pero en la nuestra encajaba. Y llegó el día de nuestra boda. Y llegó nuestra barra libre. Y llegaron las primeras copas. Y llegaron los primeros amigos preguntando al novio si podían pedir el himno del Sporting (los pobrecitos ya van con precaución…). Y mi señor marido ya les dijo que tranquilos que iba a sonar. Y sonó. Vaya si sonó.
Estábamos ya cerca de las 5 de la mañana. Unos amigos del novio acababan de hacer una entrada espectacular al salón con las manoletinas de las mujeres calzadas (esto os lo cuento otro día…) y eran esos instantes en los que yo comenzaba a mirar al Dj con mi cara de ” mira la hora que es y de aquí no nos vamos a ir hasta que no suene todo lo que tiene que sonar” y él me entendió… Y sonaron los primeros acordes. Y el cámara que grababa el vídeo de la boda (e invitado) cogió la cámara de nuevo porque intuyó que allí iba a pasar algo grande. Y pasó. Allí estaba yo abrazada a mis dos amigas y un amigo. Gritando, cantando, saltando… Allí estaba mi marido abrazado a su amigos, cantando, levantando los brazos… Allí estábamos todos cogiéndonos por los brazos, saltando, sintiéndolo… Y éramos uno… Allí estaba el speaker de El Molinón, dejándose la voz (si es que aún le quedaba) y apartándonos a todos para cantarle aún más alto, más claro y más cerca a la cámara y enseñar esa pulsera del Sporting que no se quita nunca. Allí estaban mis primos, dejándose llevar. Allí estaba mi madre viéndonos disfrutar, sonriendo a lo grande y con orgullo… porque sabía que aquel era un momento muy nuestro. Allí estábamos todos, con los brazos en alto, voceando a coro las últimas frases, los últimos versos… Echando el resto. Allí estábamos aplaudiendo, sonriendo, mirándonos al terminar. Habíamos ganado aquel partido. Y éramos (y somos) un gran equipo.
Y claro que había gente que no era de ese equipo de fútbol en la boda y gente que no entendía en un principio que empezará a sonar un himno de un equipo de fútbol… pero esa gente, después, al finalizar la boda, los días posteriores, al ver el vídeo, al recordarlo, muchas personas, muchas coinciden en lo bonito del momento visto desde fuera, en esa emoción que vivimos y que transmitimos. Y yo lo disfruté a lo grande. Disfruté yo y disfrutó mi marido. Disfrutamos nosotros pero sobre todo disfrutamos de haberle regalado a esos amigos de mi chico ese momento. Su momento. En una boda. Haber creado ese momento. Habérselo regalado. Y es que el himno del Sporting se vino de boda y no desentonó….
Y tú,¿te llevarías a tu boda el himno de tu equipo de fútbol? ¿Apuestas por esas canciones “no de fiesta” pero que hacen más personal una fiesta?