Llega Septiembre, la vuelta al cole, la vuelta al trabajo, la cuenta atrás para las próximas vacaciones, el día en el que miras todos los festivos en el calendario para cuadrar puentes, las ideas de amor de verano.
Llega Septiembre y (dicen) que se acaba el sol, la playa, las cervezas al atardecer, los ratos al aire libre…
Llega Septiembre y todos dicen que se acaba el amor de verano.
¿Qué haríamos nosotros sin los amores de verano? Los amores de verano deberían ser obligatorios. Todos deberíamos tener uno en la vida. Todos deberíamos sentir que nos morimos un Septiembre cuando toca volver a la ciudad. Y todos deberíamos tener un amor de verano de esos que llegan al otro verano y terminan siendo el amor de tu vida.
…porque si, porque un amor de verano es el amor en su máxima expresión. Es decir Te Quiero al segundo día de “relación”, es tener celos de esa que hasta hace nada era tu mejor amiga, es juntar las toallas en la piscina o en la playa, es compartir copas bajo las estrellas, abrazarse como si nunca te hubieran abrazado. Los amores de verano son más reales porque son amores de verte con la cara lavada, en bikini y despeinada. Los amores de verano están llenos de besos con sabor a sal y de caricias que untan cremas solares . Los amores de verano molan. Mucho. Y hay que tenerlos.
Yo siempre fui más de verano que de otoño y mucho más de gustarme chicos que vivían en los lugares de veraneo que aquellos con los que compartía aula por lo que sí, yo tuve varios amores de verano. 2+1.
Los amores de verano no tienen edad y eso mola. Mola porque tú te enamoras hasta las trancas con 5 años y puedes volver a hacerlo cuando tengas 80 y estés en Benidorm. Cambiará la banda sonora, las ropas que traigáis puestas pero ambos serán un amor de verano.
Mi primer amor de verano llegó en Infiesto. Un lugar muy poco de veraneo pero que era mi lugar de vacaciones. Fue en un verano de esos de sol, de coger un moreno de esos tan feos que alguna que otra vez tu abuela decide interrumpir en tu hora del baño y frotarte mucho “porque eso negro es que no te lavas bien” hasta que se da cuenta de que te esta lijando la piel… Un verano cargado de ratos de piscinas y de fiestas. Fiestas de noche en una plaza en la que tus padres te dejaban “sola” y tu te creías que eras la reina del mundo. Fiestas de verano donde te pedías un Kas Naranja y decías que estabas bebiendo una copa (vacilar se llevaba mucho…) y al minuto te montabas en el balancín… Y en una de esas noches llegó Elías. Fue un amor de verano de esos de piscina, de “holas” tímidos cuando vas con los mayores y de paseos en el mercadillo de los lunes. Yo bebí aquel verano las aguas por Elías… Tanto, tanto las bebí que hasta mis padres se enteraron de ese gran amor y, lógicamente, montaron su gran cachondeo con anécdotas que llegan al día de hoy. Y es que, con 12 años y por un amor de verano se hace de todo… como por ejemplo tener a tus padres a pie firme 3 horas sin moverse de la orilla del río sin darles un porqué convincente hasta que tu amor, en este caso, Elías se prepara para tirarse del puente más alto al río. Y tú estás allí y te tapas la cara y gritas ¡¡¡¡Ays que se me mata!!!! Y tus padres te miran, se miran y se des***an. Entienden que llevan allí 3 horas por ese tal Elías y tu “se me mata” te ha salido tan del alma que no pueden parar de repetirlo. Y desde entonces, el resto del verano aguantando preguntas sobre Elías…. Y no, Elías no se mató.
Y el último día del verano nos despedimos. Sin besos y abrazos. Nos despedimos de esas maneras que se despiden los amores de verano y que cambian cada año según las modas. Nos intercambiamos las gomas del pelo que llevaban dos meses en nuestras muñecas. Eso era el romanticismo de la época. Y nos fuimos. No nos juramos amor eterno ni dijimos eso de “cuándo vuelves?”. Aquello era un amor de verano… Y no nos hemos vuelto a ver. O no nos hemos reconocido.
El segundo amor de verano fue el verano del año 2000 con La Bomba de King África y Por la Raja de Tu Falda de Estopa de banda sonora y fue en el sur, en mi sur. Y yo, que me agobio de calor con mis 25 grados tenía que haber visto que un amor de verano a 40 grados no iba a salir bien…. Fue un amor de esos de ir en moto con la melena al viento, de volver loca a tu señora abuela porque ese que te viene a buscar no le gusta nada, de primas que sonríen cuando desde su ventana ven como te bajas de la moto dos casas antes para no aguantar a nadie… Un amor adolescente en toda regla, de los de pocos besos y muchas collejas, de los de bañarse de noche en piscinas de casas ajenas, de beber sangrías a medias, de hacerse gestos que nadie entendía en mitad de la discoteca. Fue un amor de verano con crisis. Crisis cuando el día de la final de Gran Hermano I y con un asturiano presente, tu novio del pueblo no entiende que a ti te llama la tierra y que tú esa noche no sales. Y allí, en la puerta de “ca`tu abuela” te deja y se da la vuelta. Y tu también pero ayssss lo que llorarás al día siguiente cuando te cuenten que se ha ido con otra… pero el verano continuó y aquel muchacho de la moto verde te ha encandilado tanto que al final terminas volviendo a compartir paseos en moto. Y el verano termina en ese momento en que una enana desdentada te pregunta si eres la novia de su hermano y tú vuelves al norte.
Y el 15 de Agosto del 2000 una se despide de su amor de verano con las voces de su abuelo de fondo diciendo que si hasta el último día tenía que estar ese muchacho. Aysss abuelo, que no has entendido aún que ese muchacho es el MUCHACHO. Después nos hemos vuelto a ver alguna vez y este verano nos hemos reencontrado. En el mismo lugar en el que nos conocimos, en mitad de esa fiesta.. Y entre copa y copa recordamos los mejores momentos de aquel verano y esas miserias vividas que no deberían ser recordadas, hablamos de los malos momentos, presumimos de fotos familiares, hablamos de bodas y hasta de críos… Y nos despedimos con la orquesta de fondo y un ¡qué genial ha sido verte”!¡Qué no pasen 14 años más!”
Y el +1. El tercer amor de verano es ese que se ha transformado en el amor de mi vida. Es ese que se fraguó en dos fines de semana de Julio, fastidiando ligues a amigos y con baños nocturnos en la playa incluidos. Es un amor nacido con un peluche de la tómbola bajo el brazo…. ¿qué amor puede ir mal si ha empezado así? Es un amor de compartir playas, de amigos que te arreglan bolsos, de fiestas interminables los sábados y tardes de domingo con biosolan de naranja. Es un amor de verano… De esos que han llegado y en dos días sabes que no puedes vivir sin él y de los que piensas por qué no ha aparecido algún que otro verano antes. No recuerdo la canción del verano de aquel 2008 porque nosotros decidimos que era una de MClan de años atrás. Es uno de esos amores de verano de todo contigo y nada sin ti. Es un verano de coche, de km, de planes improvisados, de abrazarse rodeados de gente y parar el mundo. Un verano de cervezas, de fiestas… Un amor de verano que llegó sin irse de veraneo porque, aunque no se suele decir, los amores de verano también pueden vivirse en el barrio. Un amor de verano de esos que nacen y tienen lugar rodeados de un montón de amigos. Un amor de verano de esos que te hacen querer que el tiempo pase más despacio y que septiembre no llegue nunca. Un verano (y un amor) de esos de recordar por los años y los años.
Un amor de verano de los que en vez de irse en Septiembre deciden quedarse contigo. Y en vez de un adiós te regalan un ¡hola! cada mañana porque ese amor de verano no se ha ido lejos no, sino que se ha venido contigo para quedarse… Un amor de verano tan especial que pasa a convertirse en el amor de tu vida. Un amor de verano que hace que Septiembre nunca más sea el mes de las despedidas y sea, por siempre jamás, el mes de tu boda.