Tomamos la decisión de casarnos el 13 diciembre de este mismo año. Empezábamos de cero y teníamos aproximadamente cuatro meses para planearla: conseguir el lugar, el menú, la decoración, la música y otros detalles. Desde que iniciamos esta aventura decidimos que no necesitábamos wedding planner, que nosotros podíamos hacerla juntos, y esto la convirtió en todo un reto, desde la construcción de un espacio desde cero hasta la culminación de un sueño al aire libre.
Queríamos una boda diferente, nada de salones pre-decorados sino que todo tuviera un toque rústico, donde se resaltaran maderas, los tonos rosas y dorados.
Entonces con la idea concreta de lo que queríamos, nos aventuramos a buscar cada detalle. No fue sencillo, pero saber que cada cosa que soñamos juntos se iba construyendo poco a poco nos motivaba cada vez más, desde escoger las lecturas de la ceremonia religiosa hasta hacer el playlist para el DJ.
Una de las particularidades de mi boda es que puede ser considerada tipo “hand made” o ‘hecha a mano’. Cada detalle tuvo un significado especial: las invitaciones, las flores, las decoraciones en madera, el vestido, el pastel, el lugar y la iluminación. Detrás de cada detalle hubo una persona allegada involucrada, que con amor y dedicación hicieron que este momento fuera mágico y especial para nosotros.
Una de las experiencias que más disfruté fue la elaboración de mi vestido. Tuve la dicha de contar con la ayuda de mi hermana, la diseñadora Elky Suárez, y pude estar presente desde la compra de las telas, hasta ver la obra final perfectamente hermosa y lo más importante: ¡justo como la pensé!.
El día antes de la boda fue de arduo trabajo, pero al final el resultado fue realmente gratificante al ver como el esfuerzo y empeño se convirtieron en tu sueño hecho realidad.
Durante los preparativos de la boda, los nervios, la emoción, y la ilusión, no había tenido tiempo de llorar de la alegría que experimentaba. El momento de expresar todo eso que sentía llegó hasta la noche anterior a la boda, mientras que mi ahora esposo y yo ensayábamos un pequeño baile: no tengo palabras para describirlo, pero fue un único y muy nuestro, nunca lo olvidaremos.
La mañana del día de la boda, fue de muchas carreras y detalles finales, sinceramente yo quería estar al tanto de todo y supervisar que no escapara ni un solo detalle, hasta que llegó el momento de parar, pues se acercaba la hora y debía alistarme, y la emoción crecía poco a poco.
La boda la hicimos en Orotina, en la casa de la familia de mi Alejandro, así que en todo momento estuvimos juntos, nos separamos solamente para alistarnos. Él estaba en una habitación con mi hijo y yo en otra, allí me maquillaron, peinaron y vistieron, todo estaba organizado para no vernos hasta llegar al altar.
Al llegar, la iglesia estaba repleta. La ceremonia fue hermosa y la disfrutamos mucho, incluso nos reímos bastante. Al terminar, invitamos a los presentes a compartir con nosotros de la recepción. Mientras tanto, recordábamos que los pétalos de flores para las niñas lazaran al terminar la ceremonia se habían quedado en la refrigeradora, pero que sin que nadie lo notara alguien se dio a la tarea de tomar unos cuantos prestados de donde el vecino.
Llegar al lugar de la recepción fue sorprendente para ambos. Ambos vimos por primera vez todo el conjunto al caer de la tarde en completa armonía, todo se veía hermoso y justo como lo habíamos pensado, fue increíble.
Texto de la novia Paula Suárez para NOVIATICA <3
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