Puedo casarme contigo en el jardín de abajo, con los vaqueros desgastados y mis Converse viejas. Mi moño despeinado de diario es el recogido perfecto y si prefieres, nos casamos sentados en el sofá. Brindaremos por ti y por mi con una lata de cerveza de la nevera y mataremos el hambre a pipas. Podría casarme contigo un domingo de esos en los que te robo tu camiseta preferida y hablo con la vecina por la ventana o uno de esos sábados de fiesta en el bar de moda, rodeados de amigos y mientras de fondo suena una de esas horribles canciones de reggaeton que odiamos pero que nos hacen mover los pies.
Podría mirarte a los ojos ahora mismo y decirte el Sí más sincero que hayas escuchado nunca porque para casarnos, sólo hacemos falta tú, yo y nuestro sí. El resto sobra.
El resto, son complementos.
El resto, son papeles.
Y ambos, tú y yo sabemos, que lo nuestro es tan grande que no cabe en uno de esos paquetes de 500 folios con galgos camuflados que de pequeño nos parecían que no iban a terminarse nunca. No cabe en papeles porque no existen palabras suficientes para expresarlo y por eso, lo nuestro sólo cabe en esta locura llamada vida y que es mucho más divertida contigo de la mano.
En realidad, he decidido que me voy a casar contigo todos los días. Sí, has leído bien. Todos y cada uno de nuestros días pienso buscar esos 2 segundos, no me hacen falta más, para mirarte y decirte "Sí quiero” Da igual si te lo digo con legañas en los ojos o si se me escapa un bostezo entre el sí y el quiero. Algunos días te lo diré bajito al oído cuando nos crucemos por el pasillo y otras veces te lo gritaré desde la ventana cuando te vea llegar del trabajo pero te lo diré todos los días. Y da igual si hemos reñido, si comes un bocadillo de crema de cacao a mi lado mientras yo disfruto de una saludable y verde ensalada o si decides darme la espalda en la cama. Te voy a decir Sí Quiero todos los días. Aunque a veces detrás te suelte un "te odio un poquito".
Me casaría contigo mañana mismo. Y hoy. Y pasado. Y al otro también.
FOTOGRAFÍA: Nuria Fernández