¿Y por qué? Las razones pueden ser desde que quieren que su boda sea privada, es decir, que no se compartan las imágenes de su boda por las redes sociales (aquí hablábamos de este tema), a que quieren ver las caras de sus invitados y que éstos estén en cuerpo y alma y no escondidos detrás de su ipad o iphone, o que quieren evitar que algunos invitados, y nadie pone en duda que haya sido con mala intención, ‘estropee’ la foto del fotógrafo, el encargado oficial de documentar los momentos mágicos de su gran día.
El enclave perfecto, el primer beso y ¡zas! un ávido invitado se cuela entre el fotógrafo y vuestro momento mágico.
Qué decir que el fotógrafo es el primer interesado en que le dejen hacer su trabajo sin obstáculos. De hecho, en Estados Unidos que siempre van un paso por delante, tienen un nombre para el tipo de invitado-fotógrafo, ése que se coloca detrás del cura para documentar el intercambio de anillos y le falta meter la nariz dentro del pastel para no perderse el corte de tarta. Le llaman Uncle Bob, o tío Bob. Y cuánta razón tienen, porque todos tenemos un tío Bob o Juan o Tomás (que puede no ser tío sino amigo, primo, cuñado…) que seguro que con la mejor de las voluntades se afana en robarle los primeros planos al fotógrafo, que ha sido contratado precisamente para eso.
Hay muchas formas de ‘invitar’ a nuestros invitados a guardar sus cámaras y disfrutar de la ceremonia, algunas más sutiles que otras.
Así que se abre el debate porque ¿cómo les decimos a nuestras amigas que apaguen sus smartphones y que no saquen fotos? Hay muchas formas para informar a nuestros invitados de nuestros deseos sin sonar bruscos.
Aunque al principio puede que no se lo tomen bien, seguro que se alegran de que les hayáis forzado a desprenderse de su móvil o su cámara momentáneamente, que al fin y al cabo sólo se trata de una distracción que les impede estar 100% en vuestra ceremonia y vivir la experiencia a través de sus sentidos y no a través de una pantallita. Y es que estamos tan acostumbrados a compartir todo lo que hacemos a cada momento que muchas veces no sabemos cuándo parar. No tenemos que documentar una boda sino vivirla y ser capaces de recordarla desde nuestra memoria y no desde la memoria externa de nuestro dispositivo electrónico.
La ceremonia ‘unplugged’ de Jessica y Darin, una de nuestras parejas del año pasado, fotografiada por Francis Rosso.
Si sois invitados y no os resulta convincente esta propuesta, probad a poneros en el lugar de los novios. Imaginaros que estáis en el altar (de la iglesia, juzgado, jardín de vuestra casa…) y cuando os ponéis de cara a vuestros invitados para leer los votos a vuestro futuro cónyuge, en lugar de las caras de vuestros familiares y amigos véis sus móviles, cámara y ¡tablets!. ¿Dónde vais a encontrar la mirada cómplice de vuestra mejor amiga o los ojos empañados de la emoción de vuestro hermano?
Además de para preservar nuestra intimidad, una ‘unplugged wedding’ nos ayudará a poder ver las caras de nuestros invitados.
Como siempre, esto es cuestión de gustos, si no os importa que vuestro hermano salga en medio de la foto de vuestro primer beso e incluso lo veis como una anécdota divertida o que vuestros invitados sean reconocibles sólo por la marca de su móvil, pas de problème!
Y ahora os toca a vosotros, ¿os uniríais a la moda de las bodas unplugged? ¿Creéis que vuestros invitados se tomarían mal la separación de sus smartphones y cámaras?
Todas las imágenes de este post se encuentran en nuestro tablero de pinterest, desde el cual podéis ver la fuente de las mismas. Agradecemos a Francis Rosso las fotografías cedidas de la boda de Jessica y Darin.
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