¿Quién dijo que una boda no se puede preparar en 3 semanas? Porque ya os digo yo que se puede, vamos que se puede…
Cuando ya pensábamos que teníamos la temporada cerrada en 36 bodas, llegaron a nosotras Laura y Raúl, una pareja diferente al resto, ya que ellos lo que querían principalmente era hacer una celebración algo atípica, algo así como “no hay ceremonia, no hay nada de nada. Únicamente queremos hacer una fiesta para nuestra familia y amigos”. Y es que al fin y al cabo ¿qué es una boda sino una celebración a lo grande?…jajajajaja
Dentro de la simplicidad, de lo sencillo y nada común que querían para su boda en lo que se refiere a no-ceremonia, no-tarta, no-baile, no a todo lo que tenga que ver con tradicionalismo o romanticismo, si hay una cosa que tenían clara es que ese día tenía que ser realmente especial tanto para ellos como para sus invitados. Necesitaban un sitio con magia, especial… y para ello no podíamos contar con otro sitio que no fuera la Finca La Chopera. Y necesitaban una decoración atípica, distinta, atrevida y sobre todo que tuviera que ver con ellos y con su personalidad, y puedo asegurar que lo conseguimos y con creces.
Fueron 3 semanas en las que rogamos una y otra vez que no lloviera, en las que nos veíamos un día sí y al otro también y en el que una vez más tengo que decir…me dejaron hacer.
Hacemos muchas bodas, pero juro que nunca hemos estado tan, tan, tan, pendientes del tiempo. Y tenemos que decir que justo el día anterior en Madrid nos cayó el diluvio universal, por lo que nuestras expectativas para el el domingo no eran muy buenas.
La decoración que teníamos preparada para la boda de Laura y Raúl era realmente espectacular. Habían confiado plenamente en nosotras, nos habían dado carta blanca para todo, aunque cada vez que nos viéramos me dijera, “Mónica, cómo va a quedar esto???, o cómo va a ir puesto aquello???”, a lo que yo la contestaba siempre: “cierra los ojos y confía en mí”.
Nuestro trabajo implica que no podemos decir exactamente como va a quedar nada. Muchas cosas no existen, es algo que hacemos ese día para esa boda, para esa pareja, por lo tanto es imposible mostrar como va a quedar exactamente. Y salvo que una novia se encapriche por algo que ya hayamos hecho anteriormente, por no haber no hay ni fotografías para que se hagan a la idea. Es por eso por lo que yo las pido que confíen en nosotras a pies juntillas. Y lo mejor de todo ¿sabéis qué es?: cuando llega el día de la boda y ves esas caras resplandecientes, esos ojos brillantes y esa felicidad supurando por todos los poros de la piel, cuando se acercan a ti, te dan un abrazo y te dicen, GRACIAS.
Bueno pues es justo en ese preciso instante en el que nosotras nos quedamos anchas no, lo siguiente, porque aunque estemos encantadas de la vida con el trabajo que hayamos hecho, aunque sepamos a pies juntillas que esa boda es una preciosidad, lo más importante es saber que una vez más hemos vuelto a salir como los toreros, por la puerta grande.
Y bueno, ya me dejo de enrollar, que también se me da de miedo, y os cuento un poco lo que hicimos en esta boda.
Lo primero es que tuvimos suerte no…lo siguiente, porque nos hizo un día maravilloso. Bueno, maravilloso hasta que justamente terminó el cóctel y empezó nuevamente el diluvio universal. Vamos, que nuestras espaldas no daban crédito a lo que estaba pasando por ellas en esos dos días…..jajajajajaja
La temática que utilizamos para la boda fueron los viajes, eso sí que lo tenían claro desde el principio, era algo que tenían los dos en común y que les definía a la perfección, así que decidimos meter un trocito de sus viajes en cada uno de los rincones de la boda.
Como os hemos dicho no hubo ceremonia, los invitados fueron llegando a la finca donde los recibieron Laura y Raúl.
Para la bienvenida de los invitados, unas maletas antiguas amontonadas decoradas con flores, banderitas y nuestra pizarra, que rezaba “Bienvenidos al próximo viaje de Laura y Raúl”.
Este año hemos hecho muchos photobooth, y todos y cada uno de ellos hemos intentado que fueran distintos. Para esta ocasión combinamos dos sillones con claveles en tonos pastel suspendidos del árbol y baúles con decoración dando el toque final.
En el cóctel se instalaron dos rincones más imitando salitas de estar: sillones isabelinos combinados con sillas, butacas, bobinas de madera, flores y libros fueron los encargados de crear rincones mágicos y puntos de apoyo para los invitados. Porque ¿dónde te relajas más que tomándote un vino en un sillón a pleno sol?
Para el libro de firmas era evidente que usaríamos una bola del mundo en un rincón decorativo adecuado a la temática de la boda, para que los invitados dejaran sus mensajes a Laura y Raúl. Esta vez al libro de firmas le unimos una soap bar, para que los invitados al firmar cogieran un jabón de recuerdo. Y nuevamente tengo que decir que cómo huelen esos jabones….jajajajaja
También hubo, como siempre, momentos para el recuerdo, para un rinconcito con fotografías de seres queridos que no han podido asistir a la boda. Este es uno de los rincones que empezamos a montar cuando empezamos hace 4 años y tengo que reconocer que cada vez nos lo piden más.
Y como ya sabemos lo que pasa en las fincas y que nos quedamos literalmente sepultadas en el cesped con los tacones, montamos un rincón muy especial para los llellés. Un rincón con una bicicleta vintage, lecheras en tonos pastel, flores y señalética con los km reales de Madrid a Tokio, Amsterdam o Londres, y en la cestita de la bicicleta los llellés para las invitadas.
Y si hay algo en lo que insisto, y mucho, cuando hablo con una novia, es en la importancia de un bonito seating plan para el protocolo de las mesas. Y es que no es lo mismo buscar tu nombre en un rincón cuidado que en una lista en un atril.
Para esta vez utilizamos maletas, musgo, unas tarjetas de equipaje en papel kraft y mogollón de atrezzo de medios de transporte.
Y para rematar, los centros de mesa con flor, bolas del mundo, maletas y etiquetas de viaje que indicaban la mesa sobre un tapete de hilo.
La verdad: esta boda no nos encantó….nos requete-encantó, sobre todo porque nos cuesta mucho que una novia nos de literalmente “carta blanca” en absolutamente todo lo que se refiera a la decoración de laboda, y el poder llenar esa explanada de La Chopera de muebles, personalmente para mí, era una cuenta pendiente que tenía que conseguir sí o sí. Y finalmente sin esperarlo y en el último momento, Laura y Raúl nos dieron la oportunidad. Y es que ese día volvimos a crear magia, la cual completó Laura con un look años 20 espectacular, y si no valoradlo vosotras mismas.
Nada de vestidos de novia convencionales sino un vestido en crêpe color salmón con un toque de encaje acompañado de una preciosa estola de piel. Guapísima. Y el peinado, con un recogido lateral y unas ondas al agua en la parte delantera junto con un maquillaje súper suave hicieron el resto. Para mí preciosa y elegantísima, pero como os decía, valoradlo vosotras.
Ahora os dejamos las fotografías, por las cuales tenemos que dar las gracias una vez más a Santiago Bargueño Fotógrafo, por acompañarnos y dejarnos unas imágenes tan bonitas como estas.
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