Conocíamos la zona de bodas pero desconocíamos el Hotel. La zona del Castillo, el spa… así que el pasado mes de Diciembre y justo antes que mi marido comenzará la temporada con más carga de trabajo del año, nos fuimos a disfrutar del Castillo del Bosque de La Zoreda y su Spa. Nuestro primer spa. Sí… aquí la que escribe que es amante del agua por encima de todas las cosas, que sería feliz si cada verano me salieran escamas nunca se había ido a un spa ¿Por qué? No lo sé… pero ya os adelanto que vuelvo, ¡vaya si vuelvo!
Descubrimos la habitación 202 un sábado por la tarde.
La descubrimos a ella y a sus vistas. Vistas directas a los salones de la boda de nuestros amigos.
Una habitación acogedora, abuhardillada, con una gran cama y un espejo en el que pasar horas y horas mirándote. Y un baño con amenities de Bulgari ¡mátamecamión! ¿Robé las amenities? No hay opción a la duda.
Tengo que decir que yo que tiendo a la claustrofobia (entendiéndose como tender a la claustrofobia el agobiarme con facilidad en sitios pequeños y que no tienen ventanas) a mi la habitación me pareció un poco pequeña. Esa fue mi impresión, en cambio, mi marido afirma que la habitación era perfecta así que, por esta vez, démosle la razón a él.
No fueron una ni dos veces las que me paré y me asomé por la barandilla para mirar una y otra vez la maravilla de lámpara que preside el hotel.
Otras tantas veces me paré en sus rincones. Me gustan los hoteles que cuidan los rincones, que cuidan los pasillos y que miman todos los detalles. Y este es uno de ellos.
Por la noche, nos acercamos al pub Inglés a tomarnos un copazo (entiéndase copazo como Malibú-piña, podéis reíros!) y después de dar un trabajo extra al camarero (más majo que las pesetas!) buscando el Malibú y deduciendo por esa búsqueda que mucho éxito no tenía…, compartir un rato de conversación, risas y hasta confidencias al lado de la chimenea (gracias camarero majo por invitarnos a pasar allí y no quedarnos en la mesa que yo había escogido y por bajarnos la luz!) hizo de aquella noche una noche perfecta. A veces con pequeñas cosas son grandes…
… Grandes. Enormes. Y yo me trasladé a mi canción favorita… a esa de Sabina, a esa canción romántica que me encanta vocear aunque voceada pierda parte del encanto….”o tal vez esa sombra, que se tumba a tu lado en la alfombra, a la orilla de la chimenea… a esperar que suba la marea”
De lunes a viernes, incluso sábado y domingo soy de desayunar un colacaito o un café rápido con galletas. A veces, los domingos son el día de las tostadas pero sea como sea, en mi casa no somos de desayunos completos y largos, de desayunos variados… pero cuando estamos fuera de casa… Cuando estamos fuera de casa el momento desayuno es uno de mis preferidos. Y allí estábamos, y la camarera nos estaba explicando el desayuno y yo no pude resistirme. Volvería con un kilo de más, estoy segura, pero disfruté de aquel desayuno como una enana: tostadas, jamón serrano, bollería, gleceé, zumo, café… Y más. Un día que se empieza con un desayuno así no puede salir mal. Yo sólo os digo que disfruté (disfrutamos) tanto del desayuno que llegamos tarde al spa. ¡upps!
Como os dije antes, era la primera vez que íbamos de spa así que a mi aquello de bajar en albornoz me hizo gracia. ¿Por qué? No lo sé… Me recordé a mi misma de pequeña, en casa en pijama y bata y algún amigo picaba al timbre. Yo exclamaba ¡ya bajo! y corría al portal a enterarme de algo,porque de aquella, los cotilleos nos los contábamos así, en bata y en el portal (vida de barrio) y mi madre se quedaba en casa, esperando a que subiera para reñirme por bajar en bata… ¿que pensaría si me viera paseándome por todo un cinco estrellas en albornoz? Mejor no lo pienso…
Y pusimos un pie en spa y yo supe que aquello era lo mío. Piscina a 35 grados (creo…), corrientes de agua fría, jacuzzi, chorro para nadar a contracorriente, bancos de masaje… Metí un pie en aquella piscina dinámica y saqué el otro cuando miré el reloj y se me había pasado el tiempo. El spa dispone también de baño de vapor y ducha escocesa. Con el baño de vapor yo me llevo mal,muy mal, mi tensión ha decidido que le cae mal así que yo ni de cerca… Y tengo que reconocer que la ducha escocesa me dio pereza…. estaba demasiado cómoda en las tumbonas de masaje. Tan cómoda que de ellas salté a las tumbonas bajo los infrarrojos. Y de éstas a volver a ponerme el albornoz e irme de allí. Y no quería. Salí de allí relajada y sabiendo que volvería.
Después, un paseo por el Bosque de La Zoreda entre hojas y más hojas, disfrutando de los colores del Otoño y del frío de Diciembre.
Disfrutando de nosotros y planeando qué hacíamos el resto del domingo porque estaba claro, yo no me iba a casa. Yo quería seguir exprimiendo el día.
Fue el domingo de descubrir y saber que volveremos de spa, de sumar recuerdos nuevos, de volver a disfrutar en La Zoreda y fue el domingo en el que mi marido afirmo que ” pues aunque el blog te lleve su tiempo no está nada mal esto de tener una mujer blogger”.
Si eres de Asturias, el Castillo del Bosque de La Zoreda es un lugar ideal para disfrutar de una escapada con tu pareja y si eres de fuera, es uno de los hoteles más bonitos de aquí, así que es el alojamiento ideal para conocer nuestra tierra.
Castillo del Bosque de La Zoreda, volveremos a vernos. Seguro.