No te cogí de la mano durante la ceremonia de nuestra boda. Ni fui la novia ideal que empieza a caminar hacía el novio y sólo lo ve a él. No te dedique unas palabras en la boda. Ni siquiera creo recordar que te dijera te quiero en todo el día. No soy de transmitir amor.
No soy de vivir por y para ti. No soy sólo contigo. No te dejo mensajes bonitos. No te voy a buscar mucho a la salida del trabajo. No te hago masajes. Ni cosquillas en los pies. Ni veo a tu lado las series que quieres por mucho que me lo pides.
No soporto a Marea. No le cojo cariño al Seat Ibiza. No te como a besos cada mañana. Ni cada noche. No te espero con la mesa puesta. Ni te miro con esa cara de admiración que dices que ves en muchas fotos de boda. No trasmito amor…
… A cambio, le pongo sal a tu vida y la lleno de aventuras catastróficas. No te hago engordar con mi dulzura y te dejo llevar las manos en los bolsos en invierno para que no se te enfríen. Los abrazos que te doy son enormes. Y sabes que una cena del McDonalds o una escapada al Number One es mejor que cualquier delicatessen a la luz de las velas. Y que cuando beso es que beso de verdad, como la canción. Sabes que yo mataré monstruos por ti. Y que trasmito locura.
A cambio, te di en un rodilla con mi mano y te dije “tranquilo!”. Te miré con cara de loca y abrí mis ojos al máximo cuando llegué a ti. Te dediqué todas mis sonrisas mientras hablaba. Te dije que me tenías hasta las manos. Y te trasmití locura.
Vivo por ti, por mi familia y por y para mis amigos. No sé ser sin ellos. Te dejo notas escritas en facturas antiguas para que tiendas la ropa o me prepares algo de comida caliente. Me presento por sorpresa a media tarde de verano con un helado en tu trabajo. Te pego collejas. Te pellizco hasta sacarte de quicio. Te molesto hasta que cambias de canal y me pones mis cotilleos preferidos.
Voceo a tu lado las canciones de Marea como si fuera mi artista favorito. Tengo una relación cordial y de interés con tu adorado Ibiza. Te pregunto si estás despierto cada mañana. Te pido que me calientes los pies cada noche. Ponemos la mesa juntos. Te miro con los ojos abiertos, de par en par, y sonrío. Y no me pierdo nada de ti. Transmito locura.
Y es que el amor no es transmitir amor. No. El amor es quererse, odiarse y volver a quererse. Es hacerse reír, sacarse sonrisas y escojonarse juntos. Es ir uno al lado del otro sin cogernos de la mano porque sabemos que nunca nos vamos a separa y que los atajos no nos van. El amor es compartir los buenos momentos rodeados de gente que también te quiere y con cervezas en la mesa. El amor es mucho más que transmitir.
El amor es bailar una coreografía cuando tú siempre has sido de apoyarte en la barra, es ir a un concierto de Peret, es asumir que nuestra canción es una de La Fuga y que los domingos son días de fútbol.
El amor es cenar una pechuga de pavo mientras el otro come una fuente de patatas fritas con huevos fritos, amor es aceptar que las noches de chicos existen, el amor es apuntarse a esa tradición de celebrar todo lo celebrable, amor es no llegar a final mes y sonreír el día 30, amor es correr a gastarnos el sobrante el mes que lo hay en caprichos tontos pero necesarios, amor es ir a Badajoz por mi y a Palencia por ti.
El amor es dejar de viajar tan lejos para viajar más y más cerca, amor es dejar el centro para irse al barrio, amor es querer llevarte a Milán aunque tu no quieras, amor es no avergonzarse y pedir en la barra un malibú-piña con 35 años, amor es bajarse aplicaciones que nunca vas a usar porque te dicen que molan.
El amor es esto. El amor es mucho más que corazones, mucho más que te quieros y mucho más que morros pintados en el espejo del baño.
El amor es quererse cuanto te levantas tan deprisa que no te da tiempo ni a pintarte los morros y salpicas el espejo del baño al peinarte. Y llegas tú y lo limpias. Eso es el amor.
Nuestro amor no es perfecto colega, pero por eso es tan real.