Tanto la ceremonia como la fiesta fueron en el Hotel Emperador, en plena Gran Vía de Madrid. “Después de visitar varios hoteles, nos decantamos por el Hotel Emperador, pues nos puso todas las facilidades para la idea que teníamos”, nos cuenta Ana.
Desde el primero momento los invitados podían ir tomando algo. La cena fue tipo cóctel con estaciones: de hamburguesas con patatas hechas a la parrilla in situ, de shushi, de cerveza y de limonada… Además de los platos que servían los camareros. Y por supuesto, estación de postres y también de mojitos y chuches.
Para el día B, Ana quería algo sencillo. “Después de buscar (te aseguro que mucho) marcas y diferentes diseñadores, todo me parecía lo mismo que normalmente llevan las novias de hoy día… vestidos preciosos, pero no con mi esencia. Finalmente encontré a Cristina Maser, una gran profesional que está comenzando en esto, y que supo desde el principio lo que yo estaba buscando. Fueron meses de trabajo de cambios, de pruebas… que tuvo como fruto un precioso conjunto de top y falda, que era exactamente lo que yo quería tenía pensado.”
Para el ramo, Ana eligió Paniculatas, flor que fue la protagonista de la decoración de toda la boda. Para el peinado y maquillaje, elegió al estilista Juan Carlos de Ouí Novias.
Para las fotos contaron con Jose Luis Lara: “¡Es un genio! Cuando vimos su trabajo no dudamos ni un segundo… ¡El resultado, es espectacular!!! ¡Nos encanta!”
Para ls invitadas prepararon abanicos pintados a mano de Lola Pinel.
“En definitiva, queríamos una fiesta íntima donde la gente se relajase y disfrutase del momento sin pensar en nada mas.”
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