A Ana la conocí hace un puñado de años, unos 9 o así, cuando coincidimos trabajando en aquel lugar en el que nos pagaban 3 euros y poco la hora y donde pasábamos nuestros fines de semana. Era un Mes de Enero y empezamos a trabajar a la vez. No fue un trabajo de grandes sueldos, ni era el trabajo de nuestra vida pero si nos dejo grandes momentos compartidos, muchas risas, varias cenas con las demás chicas y el conocernos. Después, las redes sociales hicieron el “reencuentro”.
Ana es de una de esas personas que te transmite tranquilidad, dulzura, calma… Es de esas personas que te ayudan a que trabajar los fines de semana sea más llevadero. Es de esas chicas de la sonrisa permanente. Por aquel entonces, cuando nos conocimos rodeadas de bolas de colores, Kike ya estaba en su vida. Ana y Kike son una de esas parejas que no concibes por separado porque son el uno para el otro. Y viceversa.
Mentiría si os digo que recuerdo exactamente el momento en el que Ana me dijo que se casaban. Sé que fue por Facebook. Y sé que me alegre muchísimo. Después me fue contando más cosas. Supe que la boda sería en Gijón, que había encontrado su vestido pero que no había manera de conseguir esos zapatos perfectos sobre los que caminar hacía el altar, que no había manera de conseguir la S en letras bonitas para formar SR y SRA (y ahora venden letras hasta en la tienda de la esquina!), supe que a los 30 días Ana empezaba a notar los nervios, supe que como muchas parejas ellos también pasaban del preboda y luego terminaron haciéndolo y enamorándose de él… Sabía pequeños detalles y tenía la certeza de que la boda iba a ser bonitísima así que el 11 de Mayo estuve pendiente del FB (ya sabéis, lo que tú no ves FB te lo cuenta!) esperando ese momento en que algún invitado cuelga la primera foto de los novios. Y esa foto llegó. Era una de Ana con unas amigas. Y Ana iba preciosa. Elegante, sencilla, con ese toque especial que te hace soltar ese “ohhh!” al ver una novia.
La boda de Ana y Kike fue una boda a las 8 de la tarde de un 11 de Mayo de 2013 en la Iglesia de San Pedro. Esa Iglesia que es la Iglesia de Gijón. La Iglesia al lado del mar, a orillas de nuestra querida Playa de San Lorenzo. La Iglesia dónde todos las niñas y niños de esta ciudad decimos alguna vez que nos vamos a casar. La celebración tuvo lugar a continuación en el Restaurante Somió Park. Todo fue fotografiado por las cámaras de Tecueme Studio, fotógrafos jóvenes de esos que lo dan todo en su trabajo. Tienen el estudio cerquita, muy cerquita de mi casa y todos los días al pasar por allí miro al escaparate y allí están Ana y Kike. El día que cambien el escaparate a mi me faltará algo en mis paseos diarios!
….EL DÍA HA LLEGADO….
Ana se preparó en casa de sus padres. La casa que la vió crecer. Dejó su melena en manos de Fran Lavandera que realizó el maravilloso recogido con trenzas que podéis ver. Los pendientes que llevó en su gran día eran de oro blanco y brillantes y pertenecen a su madre. ¿Alguna joya o complemento más? Ana apostó por el menos y más y sólo lució su anillo de compromiso que la tiene locamente enamorada, una sortija de oro blanco con un solitario. Sus zapatos (MARAVILLOSOS ZAPATOS!) son de esos que te dejan “in love” cuando los ves. Sabes que quizás nunca saldrán en un catálogo de zapatos para novias y sin embargo son unos zapatos perfectos para una novia. Y es que son unos de los zapatos más románticos que he visto en novias. Son zapatos que transmiten. ¿De dónde son? Son diseñados por la propia Ana! La búsqueda de sus zapatos fue la odisea de los preparativos, ella tenía en su cabeza los zapatos perfectos pero no los encontraba en ninguna zapatería… Ninguna y eso que con su madre al lado (¡vivan las madres de las novias!) se recorrieron toda Asturias en busca de sus zapatos de novia. Al final, carretera y manta y rumbo a Madrid, artesano zapatero y zapatos hechos a medida. Si no hay tu zapato perfecto, créalo! Ana diseñó sus zapatos, eligió la piel rosa palo a juego con su ramo de novia (elaborado, al igual que el resto de flores de la boda, por Pando Floristas) y les añadió un ribete en plata. Y ya los tenía, su zapato perfecto, en su nº 35 y comodísimos!!!
…YA LLEGA LA NOVIA…
La novia llegaba con el retraso justo y permitido a la Iglesia. Allí la esperaban un montón de curiosos por verla, sus invitados y su novio de toda la vida, ese con el que llevaba compartiendo 11 años de su vida y con el que estaba a punto de dar otro paso, de escribir el comienzo a otro capítulo… LLegó del brazo de su padre, de ese hombre que el día de la boda ve como su pequeña se ha hecho grande, de ese hombre que comparte casi tantos nervios como los novios… Padrino con chaqué de esos que quedan perfectos y en los que cabe todo el orgullo de un padre. Ana lucía ante sus invitados su vestido de Rosa Clará con escote a la espalda y cola. Un maravilloso velo completaba su versión de novia.
Ana afirma que toda la boda en sí fue muy emotiva pero si tuviera que quedarse con unos cuantos momentos, éste sería uno de ellos. Su entrada a la Iglesia del brazo de su padre viendo a su futuro marido al fondo. Hacía unas horas que había llegado su día y ahora había llegado su momento.
…MARIDO Y MUJER…
Tras una ceremonia emotiva y llena de miradas cómplices entre ellos Ana y Kike ya eran marido y mujer. Había llegado el momento de sumar a esos 11 de novios el primer día de casados, y el segundo… y todos los del mundo! Ana espectacular con su VESTIDAZO (que fue el primero que se probó en sus búsqueda) y Kike con su chaqué de La Trajería. Ambos acertaron en su elección y fueron una pareja de novios de cuento, de esos que irradian elegancia por los cuatro costados. Recorrieron el pasillo que poco antes habían hecho por separado y en el exterior les esperaban sus invitados con una lluvia de confetti y pétalos.
…EL PRIMER MOMENTO EN SOLEDAD…
Llegaba el momento en el que los invitados se dirigían en autobus hacía el restaurante y Ana y Kike disfrutaron de ese primer momento en soledad como marido y mujer. Ese momento que se da durante el reportaje fotográfico en el que se intercambian piropos, se cuenta como han ido los preparativos, se sonríe mucho, se mira con amor (más aún este día!) y se quiere mucho. A veces las novias nos volvemos locas buscando el lugar perfecto para nuestro reportaje de fotos y no nos damos cuenta de que las fotos más perfectas pueden hacerse cerca. Ana y Kike apostaron por no irse lejos a realizarse el reportaje para poder disfrutar del cóctel con sus invitados. Un paseo por los alrededores (preciosos!) de la Iglesia fue suficiente. Y así, en pleno paseo, aparecen elementos que se convierten en atrezzo de tus fotos, y es que hay elementos con los que nos cruzamos el día de la boda que son totalmente integrados en ella. El amor, las sonrisas, las miradas, el vestido y su cola, el velo, esa espalda de la novia al descubierto y esos lazos que son el amor puro en un vestido, esas alianzas recién estrenadas y que aún “te molestan” en tu mano, esa nube que viene detrás del “sí quiero” y de la que no te bajas en unos días… Eso hacen las fotos de este reportaje especiales.
…A LA SALUD DE LOS NOVIOS…
Mientras Ana y Kike realizaban el reportaje e iban hacía el restaurante los invitados disfrutaban en el Somió Park del cóctel y descubrían que aunque Ana se defina a sí misma como una manazas y no hubiera hecho esos DIY`S que están tan de moda y presentes en la mayoría de las bodas, aquello era una boda llena de detalles y pensada para que los invitados disfrutaran. ¡Olé por los novios que piensan en sus invitados durante la organización de la boda! Barra de cócteles en directo, mesa de quesos asturianos, jamón y cortador (y es que a las bodas se va en parte por el jamón!), una mesa de tabaco para los fumadores y unos pequeños “kits de supervivencia” en los baños son alguno de los detalles que se encontraban…
Y entre cóctel y cóctel, entre bocado de jamón y de queso, entre beber y comer y disfrutar del aperitivo llegaron los novios y realizaron su primer brindis. Atrás quedaban ya los nervios, había llegado el momento de relajarse del todo, de disfrutar plenamente de esa boda que llevaban preparando un año, de reírse con los amigos, de abrazar a las familias, de dar (y darse) muchos besos, de lucir alianzas, de tragarse los nervios con agua y darse a los cócteles, de sonreír a los “qué guapa estás/qué guapo estás” y de sentirse (aún) más feliz. Era el momento de mirar alrededor y decirse “ey, que sí, que lo hemos hecho. Que hemos dicho Sí Quiero y toda esta gente a la que queremos tanto está aquí por nosotros” Y volver a sonreír.
…ESTO NO HA HECHO MÁS QUE EMPEZAR…
Después de disfrutar del cóctel los invitados fueron entrando al salón dónde tendría lugar la cena. Una boda elegante requiere de un salón elegante, no puede ser de otra manera. Y estoy segura de que el salón de la boda de Ana y Kike dejó boquiabiertos a muchos invitados. ¿Es o no es un salón elegante y perfecto para una boda? Ahora que en las bodas se lleva mucho la personalización y decoración de todo, incluso de los salones yo soy fan de los restaurantes que tienen unos salones tan preciosos y bien decorados que no tienes que tocar nada porque modificar algo sería romper parte del todo espectacular que es el salón. Este del Somió Park es una muestra de esos.
Tras la cena, llegó el corte de la tarta. Lo hicieron al ritmo de The Reason de Hoobastank y compartieron protagonismo con sus muñecos de la tarta. ¡Mr. y Mrs. Potato! ¿Son o no son geniales? Se trata de una edición limitada del famoso muñeco vestido de novio. No son fáciles de conseguir pero Ana y Kike hicieron lo posible e imposible por tenerlos en su bod.
…Y AHORA BAILEMOS, ME PONGO LOS ZAPATOS NUEVOS Y ME LLEVAS…
Esta frase de una canción de Pereza es la descripción perfecta a ese momento previo a la apertura del baile.
Había llegado otro de los momentos emotivos de la boda. El primer baile. Su primer baile como marido y mujer. Y aunque la tradición dice que debe ser un vals Ana y Kike se decantaron por su canción. La canción más importante para ellos, Nada se compara a Ti de Carlos Baute. Disfrutaron de su primer baile muy juntos, como si estuvieran solos en el mundo y como dice Ana “fue un momento muy especial, muy íntimo…” Y a mi estas palabras me encantan… porque si hay algo que debe caracterizar al primer baile es esa intimidad de dos. Ese somos tú y yo rodeados de un montón de gente que justo desaparecen en este momento. Somos tú y yo y durante estos minutos no existe nada más. Y ellos lo consiguieron, crearon y tuvieron ese primer baile perfecto.
Ana no fue una novia de lágrima fácil. Sólo hubo un momento en el que no pudo contener las lágrimas y fue en la entrega del ramo. Se lo entregó a su hermana a la que está muy unida. Fue un momento precioso y valorado por ambas. Ahora ese precioso bouquet de rosas está secado en casa de la hermana de Ana y es un precioso recuerdo para las dos.
Y no sólo de momentos emotivos va a estar el baile lleno. Uno de los momentos más divertidos fue cuando los amigos de los novios les dedicaron una canción de Grease (larga vida a las canciones de Grease en las bodas!!!) para que la bailarán en el centro. Alrededor, en un círculo todos los amigos. Momentazos que te dan las bodas y que disfrutas aunque, como dice Ana, “bailar no se nos de muy bien“.
Mientras se vivían estos momentos, los invitados también descubrían un buffet de chuches que hizo las delicias de todos y posaron mucho en el photocall montado por Tecueme Studio para la ocasión. Y… ¿quién quiere una zona de baile pudiendo tener dos? El restaurante cuenta con una discoteca en la zona inferior donde, por norma general, se realizan los bailes pero Ana y Kike decidieron abrir y realizar la primera parte del baile en el mismo salón de la cena por la comodidad de sus invitados más mayores… En esta parte del baile sonó la música de las bodas por excelencia. Horas más tarde, en ese momento en el que los mayores se retiran y los jóvenes quieren más horas para seguir dándolo todo, bajaron a la discoteca y continuaron el baile con una música más actual, más de, aunque suene repetitivo, discoteca.
Como toda novia ya casada, Ana afirma que “con el tiempo te das cuenta de que hay cosas que se podrían mejorar” pero ella no cambiaría nada de su boda. Si volviera a casarse lo repetiría todo porque la boda salió perfecta. Tal y como habían planeado.
Y pasó el 11 de Mayo y les esperaba por delante una Luna de Miel recorriendo Tailandia de punta a punta y descubriendo “una cultura diferente y extraordinaria con unos paisajes exóticos inimaginables“
Ana y Kike disfrutaron del día de su boda y eso es lo que quieren trasmitir al resto de novios… “disfrutar, disfrutar y disfrutar! Es todo tan bonito, TODO LO QUE RODEA A UNA BODA CON AMOR ES MÁGICO! Cualquier detalle es importante y hay que disfrutar de esa ilusión..” Y un consejo de Ana para esas novias que están en plena búsqueda de su vestido ideal “elegir uno cómodo! El mío lo era y lo agradecí enormemente. Estuve cómoda todo el día, pude bailar, saltar…“
Gracias Ana y Kike por compartir vuestra boda
Fotografía: Tecueme Studio
Vestido Novia: Rosa Clará
Traje Novio: La Trajería
Flores: Pando Floristas
Restaurante: Somió Park