Si hay un complemento que combina en exclusiva con el vestido es el velo de novia. Podemos definirlo como tradicional, tal vez por ello en las últimas décadas cayera en desuso, pero en las nuevas temporadas ha vuelto lleno de aires nuevos. Siempre da un halo de romanticismo y según sea su diseño, puede resultar muy actual.
Aunque pueda parecerte que no, en realidad hay muy diferentes tipos de velos. Las diferencias nacen de la largura, pero también por otros detalles. En esta temporada encontramos velos largos, cortos, con pedrería, con bordados. Vamos a ver algunos de ellos.
El velo de novia
Velo Twigs and honey
El velo de novia francés
El diseño más actual puede ser el estilo velo francés. Resulta elegantísimo y con cierto aire retro. Generalmente está confeccionado en tela de red o rejilla, como en los años 50. Lo habitual es que se incluya dentro de un tocado de novia. El peinado ideal para llevarlo es un recogido bajo, y es más apropiado para ceremonias de mañana.
Velo Twings and honey
Velo PodwerBlueBijou
Velo PodwerBlueBijou
Fotografía Angel Santamaría
El velo corto
El velo de novia corto o blusher está confeccionado de tela muy fina, tul u organza, llega hasta la barbilla o hasta la línea de los hombros, es el típico velo que se retira en la ceremonia, después de que la novia haya hecho su entrada con el rostro cubierto. Suelo combinarse con vestidos de corte princesa o sirena.
Velo
Velo Twings and honey
Velo
Velo Veiled Beauty
Velo Blair Nade
Fotografía Colin Cowie Weddings
Velo
Velo de novia en cascada
Tiene su origen en la parte posterior de la cabeza, prendido a un recogido. Como su nombre indica el velo va cayendo por la espalda de la novia creando ondulaciones. Es idóneo para vestidos sin tirantes o de escote barco o corazón.
Velo hip&love
Fotografía Austin Gros
Los velos capilla, catedral y real
El velo de novia estilo capilla se prende en el recogido de la novia generalmente, aunque también puede nacer de una corona en la parte superior de la cabeza. Lo característico de este velo es su largura: llega a ser incluso más largo que el vestido, formando una pequeña cola.
Cuando la cola se alarga un metro más aún, se denomina velo estilo catedral. Y el velo real es el que llega a medir hasta tres metros. Estos últimos combinan muy bien con los vestidos estilo princesa. Pueden nacer de una corona de novia o prendidos en un recogido.
Velo Lamryé
Velo
Velo Immaclé
Cuando el velo llega a la altura de la rodilla se denomina velo tipo vals. Otras variaciones son el velo hasta la altura de las manos o hasta los codos. Son más cómodos y manejables que los anteriores.
Velo L’arca
Fotografía Jose Villa
Origen del velo de novia
Como muchas de las tradiciones de las ceremonias nupciales, el velo también hunde sus raíces en la Antigüedad. Las novias se cubrían el rostro hasta que el matrimonio se hubiera celebrado para que el novio no las rechazara si su aspecto no les gustaba, en el caso de los matrimonios concertados por los padres, una costumbre también usada en países orientales.
En las culturas griega y romana tenía también otro significado; ahuyentar la mala suerte o la envidia de otras mujeres al ver a la novia caminar hasta la ceremonia matrimonial, entonces le velo no era blanco sino de otros colores relacionados con la familia de la novia.
En épocas más recientes, ya en el siglo XIX en Occidente, el velo se ha identificado con la pureza o la virginidad de la novia, al igual que el blanco del vestido.
Velo La Belle the label
Algunos consejos para lucir espectacular con tu velo.
Si te has decidido a llevar velo el día de tu boda procura que combine bien con tu vestido. Si se trata de una pieza familiar de gran valor y quieres llevarlo a tu ceremonia, deberás buscar el vestido que mejor combine con ese complemento.
También has de tener en cuenta el escote y el peinado que llevarás, ten en cuenta que generalmente el velo se lleva con recogido, aunque por supuesto no es obligatorio.
En cualquier caso deberás ensayar antes de la ceremonia para ver cómo te sietes con él y cómo lo llevarás sujeto ¡para no perderlo!
Fotografía Brumley and Wells
Texto Cristina Bartolomé