Hay novios que optan por colocar un álbum con las fotos de su preboda, otros, como nosotros, un árbol de huellas, y algunos optan por ideas más rompedoras como piedras en las que los invitados escriban, piezas de puzles, discos de vinilo…
Hoy os traigo otra idea para que vuestros invitados os dediquen unas palabras, un árbol de los deseos.
Es una idea fácil y sencilla y que crea un rincón muy bonito. Para montar nuestro árbol, podemos buscar en el campo alguna rama caída de algún árbol que nos sirva como tronco, y que colocaremos en un bonito jarrón o macetero. Lo ponemos en un rincón del salón de nuestra boda, y lo acompañamos de bolígrafos, unas pequeñas instrucciones y tarjetas con un lazo para que sea fácil de colgar.
Para darle aún más aspecto de árbol, podemos colocar las tarjetas en forma de hojas y seguro que queda un árbol precioso cuando todos hayan escrito sus deseos.
Si queréis tener un pequeño detalle emotivo con vuestros invitados, podéis colocar en un rinconcito de la mesa, impreso en una lámina, un bonito cuento de Jorge Luis Borges titulado EL ÁRBOL DE LOS AMIGOS. Este cuento lo leyó nuestra amiga Bea en su boda hace ya un año y emocionó a todos los presentes. Puede ser una bonita dedicatoria a vuestros invitados y muy representativo de las hojas que ellos os van a dedicar. Os dejo aquí el cuento:
Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino.
Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar, mas otras apenas vemos entre un paso y otro.
A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos.
Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos.
El primero que nace del brote es nuestro amigo papá y nuestra amiga mamá, que nos muestra lo que es la vida.
Después vienen los amigos hermanos, con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros.
Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien.
Mas el destino nos presenta a otros amigos, los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino.
A muchos de ellos los denominamos amigos del alma, de corazón. Son sinceros, son verdaderos.
Saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hace feliz.
Y a veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón y entonces es llamado un amigo enamorado.
Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies.
Mas también hay de aquellos amigos por un tiempo, tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas.
Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro, durante el tiempo que estamos cerca.
Hablando de cerca, no podemos olvidar a amigos distantes, aquellos que están en la punta de las ramas
y que cuando el viento sopla siempre aparecen entre una hoja y otra.
El tiempo pasa, el verano se va, el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas,
algunas nacen en otro verano y otras permanecen por muchas estaciones.
Pero lo que nos deja más felices es que las que cayeron continúan cerca, alimentando nuestra raíz con alegría.
Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino.
Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud, suerte y prosperidad.
Simplemente porque cada persona que pasa en nuestra vida es única.
Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros.
Habrá los que se llevarán mucho, pero no habrán de los que no nos dejarán nada.
Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida y la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad.
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