Bajo ningún concepto llevaremos un vestido largo blanco, nude o similar a una boda de noche y, menos aún, si es de corte romántico. Es cierto que el blanco es un color fantástico para el buen tiempo y que tonos como el nude están de plena moda, pero la novia puede sentirse ofendida. El único caso en el que podríamos hacerlo es bajo petición expresa de la misma porque se trate de un enlace ibicenco o similar.
Tampoco es de buen gusto querer ser el centro de atención por cualquier otro motivo en la boda de noche, ya sea pasándose con las transparencias, como Beyoncé, utilizando colores demasiado chillones, como Coco Rocha, o llevando un vestido más voluminoso que el de la novia, como el de Florence Welch.
Lo mismo ocurre si acudimos totalmente vestidas de dorado, como Karolina Kurkova, o con demasiadas aberturas en nuestro diseño, de modo que la imaginación no tenga que trabajar lo más mínimo, como es el caso de la modelo Anja Rubik o Chloe Sevigny.
Acudir con un diseño negro y sobrio hasta el extremo, como le de Mary-Kate Olsen o Rihanna, puede crear un efecto de funeral en lugar del de boda, haciendo que la pareja casadera se sienta descontenta. En estos casos mejor añadir complementos más festivos y alegres.
Y, por favor, jamás en la vida se os ocurra experimentar con el auto-bronceador la noche antes. Es cierto que muchas nos vemos más guapas con algo de colorcito pero, tal y como ha demostrado Leighton Meester, os aseguro que es mil veces mejor ir blanquita y presumir de piel inmaculada que aparecer completamente naranja.
Fotos: Vogue
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