Siempre he estado al mismo lado de la boda: en un discreto segundo plano junto a los novios, resolviendo imprevistos, pendiente de los tiempos… pero hoy ya puedo contar cómo vi una boda con ojos de novia: mi propia boda con S.
Hoy ya puedo decir que he sentido en mis carnes un pelín de nervios (muy pocos, porque el equipo que me rodeaba era de mi total confianza y todo salió mejor de lo previsto), la emoción, las miradas sobre nosotros dos. Éramos S y yo quienes recibíamos los besos, abrazos, enhorabuenas, atenciones…
La verdad es que es emocionante y sobrecogedor sentirte rodeada de (casi) todas las personas que te quieren y a las que quieres. Es un día para mostrar cariño como si no hubiera un mañana, y eso es con lo que me quedo: con lo importante que ha sido compartir el día B con todas estas personas y, por supuesto, con S.
Me apetece ir contándote cómo fue la boda, y lo haré en cuanto reúna fotos para ilustrarlo, pero de momento, si estás organizando tu boda, te digo que la base de la que debes partir es la de cuidar a tus invitados. Siempre siendo fiel a vuestros gustos y dándoles tu toque personal, pero pensando en ellos, en lo que les hará sentirse cómodos y queridos.
Creo firmemente que ahí reside el éxito de una boda. Y lo mejor es que eso no cuesta dinero. Cuesta tiempo y esfuerzo, eso sí. Pero si estás dispuesta a invertirlo, estarás muy cerquita del éxito.
Arancha