Si te invitan a una boda a la cual no puedes (o no te apetece) ir estoy segura de que durante un tiempo estarás volviéndote loco o loca pensando que detalle le haces a los novios porque sabes que tienes que tener un detalle. Mejor no me paro a contaros el día en que le llené a un amigo la casa de jarrones de diferentes estilos porque quería acertar... #lamadrequemeparió.
Si te invitan a una boda a la cual vas a ir y eres detallista quizás quieras regalar a los novios el dinero por aquello de ser necesario pero también tener otro pequeño detalle que les quede de recuerdo.
Si eres la novia o el novio y quieres sorprender a la otra parte protagonista del gran día seguro que harás millones de búsquedas buscando el regalo perfecto sin que se entere.
Si alguna vez has estado en alguna de estas situaciones, lo estás o crees que es muy probable que vayas a estarlo... no te pierdas ni palabra (aunque se me vayan los dedos en el teclado y escriba demasiadas) de lo que vas a leer a continuación.
El detalle perfecto no existe. Si regalar a una persona es difícil conseguir un regalo/detalle perfecto para dos ya ni te cuento porque ser pareja no significa ser iguales.
Desde que las "cajas regalo" han llegado a nuestras vidas nos han solucionado un montón de situaciones. Son el detalle "casi perfecto" y reconozco que yo también he tirado de ellas en alguna ocasión pero es cierto que también hay otros detalles que se nos pueden ocurrir estrujándonos un poco la mente porque, como ya sabemos todos, hay vida más allá de las estanterías de los famosos centros comerciales. Hoy vengo a compartir con todos vosotros un regalo de esos que te hacen en plena boda y te molan, mucho, mucho.
Serían las once y algo de la noche de aquel 8 de Septiembre de 2012, los novios comenzábamos a sentir calor cuando los invitados dejaban de hacerlo (cosas de los nervios) y yo pedía abanicos a dos manos a mis invitadas. Llegamos a la mesa presidencial después de haber repartido los detalles a nuestros invitados y en nuestro sitio nos encontrábamos una cestina muy mona que no estaba allí minutos antes.
Preguntamos a los que compartían mesa con nosotros, "¿esto qué es lo qué es?!" "Ah no sé, lo ha traído la tía de Kike e imagino que será para vosotros" Y antes de que terminaran esta frase ya estaba yo arrancando lazos sin cuidado alguno muerta de curiosidad. Y ocurrió algo raro en mi, hice algo que muy pocas veces hago, leer la carta antes de ver el regalo. Normalmente, abro un paquete, saco todo lo que hay dentro y después de mirarlo y remirarlo ya rebusco entre los envoltorios a ver si hay alguna tarjeta (y ojo que no ha sido la primera vez que se va alguna a la basura) pero esta vez no. Aquella noche abrí aquel sobre y leí/leímos la carta....
Al leerla supimos que aquel detalle que había llegado hasta allí venía de Palencia, de mano de una de las pocas ausencias que tuvimos entre nuestros invitados pero una de las que se notan, unos primos de mi chico. Hacía tan sólo unas horas, justo cuando nos disponíamos a entrar a cenar alguien nos había pegado un móvil a la oreja y habíamos hablado con ellos. Ahora leíamos sus palabras y sus consejos como ya casados, les hicimos caso en todo, menos en lo de llorar que de eso ya se ocuparon nuestros invitados. ¿Y qué había en la cesta?
Un detalle personalizado para los dos. Unas camisetas con nuestros rostros pintados a mano. Nuestras caras al reconocernos fueron la representación de la ilusión máxima y yo grité aquello de "soy yo y eres tú" entres las sonrisas de los allí presentes.
(Obviar mi cara de topillo por favor ......)
¿Cómo lo habían hecho? Habían capturado nuestra foto de perfil de Fb de aquel entonces (si es que las redes sociales nos facilitan mucho las cosas) y las habían enviado a hacer. Por delante nosotros y por detrás la fecha de nuestra boda. Reconozco, tengo que hacerlo, que a primera vista me gusto muchísimo más la camiseta en la que "yo" salía. Me salió mi lado egocéntrico y vanidoso que todos tenemos y quería que aquella fuera mía. No entendía porque decían que la mía era la de cara de mi chico. Al final, no me quedo más remedio que ceder... las tallas eran las que eran.
Nos encantaron a nosotros y a todos los allí presentes. Aquellas camisetas pasearon por varias mesas de invitados que alucinaban al reconocer perfectamente nuestros rostros (el mío más que el de mi chico que, hay que decirlo, tenía y tiene fotos bastantes mejores que aquella que tenía de perfil) y reconocían que mi foto era de aquella sesión preboda que habíamos hecho justo un año antes.
Javi y Celia, Celia y Javi (e Iván) consiguieron sacarnos una sonrisa estando a 320 km y sin saber que en aquel momento de la noche estábamos sonriendo enormemente.
Desde aquel día, mi marido ha lucido varias veces su camiseta y oye, que queréis que os diga, mola eso de verse allí tan guapa, mola eso de convertirse en camiseta. No os voy a mentir, yo no me he puesto mi camiseta más de dos veces y es que los dibujos en el pecho no es que sean mi devoción ni me sientan precisamente bien.
Lo "malo" de esta entrada es que no os puedo contar quién fue la artista encargada de materializar este gran detalle porque la tarjeta que acompañaba las camisetas se ha perdido y no os tiene que pillar de sorpresa que ya sabéis que soy un poco desastre. Lo "bueno" es que gracias a las redes sociales y a la red de redes podemos tener al alcance de la mano a un puñado enorme de artistas que son capaces de realizar cosas así. Y prometo, verdad de la buena, intentar averiguar el nombre de la artista y volver por aquí a contároslo!. Lo "mejor" es que un regalo de este tipo se puede ir de postboda, de preboda y puede dar mucho juego en diferentes sesiones de fotos.
¿Os ha gustado la idea como detalle para unos novios? ¿Te gustaría recibir un detalle así por parte de tus invitados? ¿Realizarías tú un regalo como este a unos novios?