Habíamos apalabrado con el maître 250 € de barra libre en el restaurante, ya que era más o menos lo que él calculaba que se consumiría en una hora. Habríamos dispuesto del salón para nosotros solos toda la tarde y la noche si lo hubiéramos querido, ya que no se iban a celebrar más bodas ese día, pero desde el momento en que anunciamos que nos casábamos, nuestros amigos quisieron regalarnos la barra libre en la sede de la comparsa a la que pertenecen, así que decidimos ofrecer una mini-barra libre para la gente que después no fuera a acompañarnos a la sede, y el resto de la noche ya lo pasaríamos allí.
Esa hora que estuvimos en el restaurante de barra libre fue la bomba, lo pasamos de escándalo: hablamos, nos reímos, bailamos, saltamos, hicimos el payaso... Y bueno, os podéis imaginar la de fotos que tengo de este rato; algunas son épicas, de nuestros amigos comiéndose las corbatas, luciendo escote, desfasando con los cubatas... Para que os hagáis una idea:
"Izquierda, derecha, hey hey, izquierda derecha, hey hey..."
Una foto con muy poco glamour; se ve todo el forro interior del vestido y la porquería que empezaba a acumular, jajaja.
"Ahora todo el mundo paaaaara abajo..."
¡Se nota dónde está la juventud! Casi nadie más se agachaba... Muchos de éstos son los amigos que nos regalaron la barra libre de la noche.
" Fol low the leader, leader, leader..."
¡Volantes al aire!
"¡Un grito!"
¡Aaaaaaaaaahhh!
La verdad es que tengo pocos recuerdos concretos de esa primera barra libre, pero pasaron muchas cosas divertidas:
Bailaron los tímidos...
...las futuras novias...
... ¡hasta quien yo no hubiera pensado jamás, jajaja, como mi señor hermano y mi cuñada!
Bueno, y se me olvidaba deciros que tuvieron que hacerme un arreglo en el vestido hasta en dos ocasiones, ya que el corchete que me sujetaba la cola se rompió mientras bailaba con mi abuelo. ¡Menos mal que mis amigas son súper apañadas e iban bien equipadas con hilo, aguja, imperdibles y Dios sabe qué más utensilios! Primero me pusieron sólo dos imperdibles, pero no aguantaron bien el peso y uno se cayó, así que fueron a lo práctico y me endosaron nada menos que cinco, pero colocados de una forma tan estratégica debajo del volante donde había estado el corchete que no se veían y sujetaban la cola que daba gusto. ¡Aguantaron toda la noche! Hay hasta una foto del momento "apaño".
Tengo que quererlas, ¿verdad que sí?
Y como parece que no hago más que poneros fotos chorra, os dejo algunas en las que salimos algo mejor. Que conste en acta que ninguno de los dos probamos ni una gota de alcohol después de la comida; todo es fruto de la diversión.
Con mis amigas de toda la vida.
Con mis amigas de toda la vida y algunos respectivos, jeje.
Con algunas de las primas de mi marido... De repente mi número de primos y primas se ha triplicado, y para colmo son todas guapísimas, ¡menudos genes tiene esta familia!
Estoy a la espera de que mis compañeros de trabajo me pasen sus fotos, y así os enseño alguna más. Tengo muchísimas más, cerca de 450, pero no salimos nosotros. La verdad es que reflejan a la perfección lo bien que lo pasó todo el mundo. Fue un rato divertidísimo.
A eso de las 19:30, el maître me llamó aparte para comunicarme que estábamos agotando los 250 €, y me preguntó si queríamos prorrogar la barra libre. Llamé a mi chico para decírselo, aunque ya sabíamos que la respuesta era no. Tengo que decir que agradecimos muchísimo la idea de nuestros amigos de hacerse cargo de la barra libre en la sede de su comparsa, por un lado porque ése fue su regalo y por otro porque nosotros no tuvimos que preocuparnos absolutamente de nada (alquiler y limpieza del local, música, comida y bebida, etc.), pero nos dio mucha pena tener que cortarle el rollo a la gente tan pronto. El ambiente era muy bueno, la fiesta estaba en su punto álgido, pero si nos quedábamos en el restaurante nuestros amigos se habrían gastado el dinero en balde y habría sido un gesto muy feo por nuestra parte después de todo el esfuerzo que habían hecho. Así pues, le dijimos al maître que agradeciese a la gente su compañía y que comunicase por megafonía que la fiesta continuaba en otro sitio. Sabíamos que muchos se irían a su casa, y eso era lo que más nos desolaba porque era un verdadero placer ver a tanta gente disfrutando. En fin... Creo que es casi lo único que habríamos cambiado de ese día si pudiéramos repetirlo. Aunque, por otro lado, nunca tendría el encanto de las cosas que se hacen con la inexperiencia de la primera vez.