Era Septiembre y amaneció un día caluroso, con mucha humedad y el cielo amenazaba lluvia, pero no por ello nos pusimos tristes y menos nerviosos.... subí a la habitación dónde Elsa estaba preparándose, los niños corrían por los pasillos, la mamá estaba más nerviosa que la propia novia, pero Elsa, con sus ojos profundos y azules como un mar de Formentera y su sonrisa franca y sincera me dijo que no estaba nerviosa, que estaba tranquila y que si llovía.... pues que lloviera, que sabía que todo iba a salir bien.... Y tanto que salió; lloramos de felicidad, reímos a carcajadas, nos emocionamos y se nos pusieron los pelos de punta, lo dimos todo bailando, hubo abrazos sinceros, abrazos de amor y ternura y bailes hasta horas infinitas....
Sobre todo, me sentí en familia, tanto la familia de Elsa como la de Ángel, como ellos mismos son un amor y en todo momento me sentí arropada y a pesar de tantas horas de trabajo, esfuerzo y nervios, mereció la pena ser partícipe de una historia de amor tan verdadera.
Y ya no me lío más y os dejo las fotos de mi gran querido Joan Gavilà, que supo captar cada momento, cada instante y congelarlos para la eternidad....
Color arena, azul mediterráneo, rosa cristalino, combinación de sillas en blanco y arena, pieles bronceadas por el sol, besos verdaderos y abrazos de amor.... todas esas emociones y mucho más vivimos aquel 15 de Septiembre y que sólo con cerrar los ojos vuelvo a rememorar.
Gracias Elsa y Angel por tanto!