Hoy por fin os traigo una boda que hace ya mucho quería mostraros. Es una boda muy especial: primero, por las características de la boda en sí, celebrada en pleno Caribe, y segundo y mucho más importante, porque quien se casa es una persona maravillosa que se merece toda la felicidad del mundo y que ahora puedo decir que disfruta de ella.
La pareja residía en Marbella, pero querían que su enlace fuera algo muy íntimo y sin estrés. Imaginaban una boda en una idílica playa caribeña, rodeados de sus familias y personas más cercanas… Buscaron por internet destinos en el Caribe pero aprovechando un viaje que debían hacer a la zona por otras razones, aprovecharon ya en noviembre de 2012 para ir a visitar dos islas y dos hoteles que les habían encantado: el Sammana de St Martin y el Viceroy de la isla de Anguilla.
Contactaron con los hoteles, que muy amablemente les invitaron a pasar a visitarles, aprovechando además que era temporada baja y que ademas eran “potenciales” clientes de boda. Ambos hoteles son espectaculares y las respectivas organizadoras de eventos de los hoteles les recibieron y les ayudaron a elaborar un presupuesto para sus solicitudes.
Una vez ya en España, recibieron los presupuestos y, según sus palabras, “quedamos en shock”. Si bien sabían que se trata de hoteles 5 estrellas y que no sería “barato”, no esperaban los precios que recibieron.
Sin desanimarse, empezaron a sopesar la opción de alquilar una villa en la misma isla de Anguilla, que es la que más les gustó y destino que recomiendan para la luna de miel de cualquier pareja. Después de varios mails y dado que julio es temporada baja por ser temporada de huracanes, A consiguió muy buen precio por la villa en la que finalmente se casaron. Para no depender solo de la opinión que se hicieron con las fotos que recibieron de la villa, pidieron a un amigo el favor de que se pasara por allí a verla en persona y les diera su opinión. Les dijo que sí, que adelante y ¡ese mismo día hicieron el depósito!
La novia elegió un vestido blanco corto por delante pero con cola por detrás, de espalda muy pronunciada, ideal para una boda en la playa.
Los zapatos, lejos de las chanclas o las alpargatas, fueron unas sandalias altísimas en color nude, cerradas en el empeine. (He de decir que muero de amor!).
Las alianzas y el anillo de pedida, espectacular…
La novia escogió un pequeño, sencillo y precioso bouquet blanco.
En cuanto a la organización, ellos mismos hicieron las invitaciones en casa. Para la decoración contaron con una persona a la que habían conocido a través de la organizadora de eventos del hotel Viceroy Anguilla. A. fue enviando fotos de lo que quería a los proveedores, todo sacado de blogs, revistas de boda… y ellos trabajaron para obtener el espectacular resulta que aquí os muestro. Como detalle regalaron a sus invitados una mini botella de vidrio que contenía arena de la isla de Anguilla con la fecha de la boda inscrita.
El catering se lo recomendó la dueña de la villa, que precisamente le había hecho el menú a ella cuando se casó.
Como no podía ser de otra manera, la tarta nupcial estaba inspirada en el mar, la playa y además, ¡estaba deliciosa!
La boda fue un sueño y ellos lo recuerdan como el día más maravilloso de sus vida. ¿Qué más se puede pedir?