El choque cultural es brutal, nada más bajarnos del barco sentí que estaba en otro mundo, es todo tan distinto que hasta los taxis son curiosos, mirad, mirad…
Lo mejor de Esmirna sin duda fue la visita que hicimos a Éfeso, decir que es espectacular es quedarse corto. Hay tanta historia por metro cuadrado que es una visita obliga al menos una vez en la vida, yo pienso repetir.
La Biblioteca de Celso, el Gran Teatro, el Odeón, el Estadio… Nos quedamos con las ganas de ver el Templo de Artemisa pero nos fue imposible, la próxima vez lo vemos sí o sí. Os dejo algunas fotos para que veáis con vuestros propios ojos que no estoy exagerando…
Y por último, una imagen para que os hagáis una idea de un día cotidiano en una ciudad turca.
Feliz juernes a todos, Lis.