Comenzamos el día con un rico desayuno en familia, luego tuvimos que ir a dejar algunas cosas al hotel. Me encantó alistarme en el mismo lugar de la boda porque esto me dio oportunidad de que mientras las chicas se maquillaban y peinaban ver por mí misma como estaba quedando todo para estar más tranquila. Realmente el estar ahí alistándome en un hermoso lugar, con la gente querida y con un equipo de profesionales me hizo vivir ese momento como una gran experiencia ya que todo eso me hizo sentir como princesa.
Ya lista para la boda con mi vestido soñado y sintiéndome hermosa como nunca antes, pude cumplir un sueño que tuve desde hacía muchos años porque siempre me imaginé bajando por una escalera como en las películas y que el hombre que amaba me mirara y pensara en cuán hermosa estaba esa mujer con la que pasaría el resto de su vida, así que aproveché para subir las escaleras, mis amigas llamaron a mi novio y yo hice mi “entrada triunfal”.
Fue un momento único porque era la primera vez que nos veíamos vestidos para la boda, ni él sabía como era mi vestido ni yo como era su traje, ese encuentro fue maravilloso.
Realizamos una sesión de fotos en pareja muy relajada y los dos con bastantes nervios nos dispusimos a comenzar con la boda. Mi momento de más nervios en la ceremonia fue cuando tuve que desfilar por el pasillo con tantas personas que me prestaban atención pero al mismo tiempo me relajé al ver las caras de amigos y familiares tan sonrientes.
Para mi esposo los nervios afloraron cuando me tenía que decir los votos porque no sabía que era él quien tenía que pronunciarlos; pensaba que la abogada sería quien los mencionara y nosotros simplemente los escucharíamos, entonces con voz entre cortada cumplió con aquella “misión”.
Los momentos jocosos no faltaron, hacía bastante viento entonces había una maceta que se mecía sobre la cabeza de la abogada como con deseos de caerle encima, las velas de la ceremonia no encendían, el audio se cortaba a veces y mi esposo casi me coloca el anillo que era para él; pero nada de esto opacó aquel hermoso momento porque lo que más importaba era estar juntos y disfrutar. Aquellos momentos los recordamos como anécdotas únicas, y no como cosas negativas.
Luego de la ceremonia hubo una sesión de fotos con la familia y después el brindis. Y ahora sí llegó el momento tan temido por ambos, hasta más que la propia boda, el primer baile como esposos. Mientras los invitados esperaban ansiosos y nosotros nos dirigíamos al salón de baile repasábamos los pasos y nos dábamos ánimo uno al otro.
El momento llegó y tanto gustó a los invitados que hasta pidieron repetición, no sé si habrá pasado en alguna otra boda pero el momento fue muy auténtico y especial. Poco después, ya más relajados, repetimos el baile con aquellos pasos que recordábamos. Luego pasó lo normal en la mayoría de bodas: la cena, baile, repartimos cupcakes y dulces, entregamos el ramo y la liga, fiesta , carnaval, entregamos los recuerdos y nos despedimos de nuestros invitados.
Lo que aprendí de todo esto fue que realmente uno no tiene idea de cómo será ese momento hasta que lo vive, yo escuchaba decir que era un momento único en la vida y pensaba que no era para tanto que podrían haber cosas más importantes pero realmente ahora pienso que fue un gran momento de nuestras vidas y lo atesoraremos para siempre en nuestro corazón. También, aprendí que para este tipo de eventos hay que contratar proveedores en los que uno pueda confiar, que realmente sepan lo que hacen y que en lugar de darnos problemas nos den alternativas y soluciones.
La boda fue muy especial para nosotros porque juntos planeamos cada detalle y organizamos el evento tal como lo queríamos. Incluso de esta etapa de planeación nos quedan lindos recuerdos de cosas que compartimos, hasta el practicar el baile resultó en momentos únicos que no olvidaremos.
Texto de la novia, Tatiana Durán Mena
Fotografía de Estudio de Máxima Creación
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