Ella, fiel al “menos es más” lo tuvo claro desde el principio, una mesa sobria y cuidada daría la bienvenida a sus invitados. Y dicho y hecho, tonos otoñales vistieron la mesa en la que no faltaron risas y recuerdos.
Un antiguo escritorio que pertenecía a su padre, su pasión por la lectura y su infancia rodeada de dulces en la confitería en la que creció, fueron los elementos en los que New Planner se inspiró para darle esta bonita sorpresa.
El escritorio fue el encargado de albergar un elegante y sofisticado espacio dulce que dejó a los invitados a la cena encantados, pero sobre todo, a la persona más importante del día, la cumpleañera. Libros que siempre le han encantado, y dulces que hicieron su mente volar a su infancia fue la combinación perfecta. No necesitamos más!
¿Qué os ha parecido? ¿Os gustaría un cumpleaños así?