Y qué mejor sitio que Nueva York, la gran manzana, para que todo eso se haga realidad. Sin duda, se trata de una ciudad que deja huella, todo aquel que la visita se siente en la obligación de volver. El encanto de sus luces la convierte en un destino fantástico que se graba en la retina para siempre.
Las vistas desde lo alto del Empire State Building en Nueva York son espectaculares de noche, momento para recordar donde los haya, con todas las luces de los edificios y la perspectiva más increíble que jamás hayáis visto.
En Central Park, un precioso trozo de naturaleza en medio de la ciudad más activa del mundo, podréis dar un tranquilo paseo a pie, en bici o incluso en carro de caballos. Sus paisajes combinan el verde con el gris de los edificios en una perfecta armonía.
Un paseo en el ferri hacia Staten Island es la mejor elección tras una cena íntima en uno de los múltiples restaurantes de esta ciudad. Verás Nueva York de otra forma tras admirarla desde una corta distancia.
Fotos: Miriam Fernández
¿Te apuntas a viajar a Nueva York en tu luna de miel?