Pero, ¿de proviene este material? El oro blanco se consigue con una aleación de oro amarillo con algún otro metal capaz de blanquearlo. El ideal sería el platino, pero debido a su elevado precio y relativa escasez no es el más utilizado.
Las aleaciones suelen ser de oro de primera ley con paladio, plata e incluso níquel. Por eso, si se es alérgico a alguno de estos metales, es posible sufrir alguna reacción leve como picores o enrojecimiento de la piel. Además, el anillo suele estar recubierto por una capa de rodio para darle más brillo.
Con el tiempo, el oro blanco puede dañarse e ir perdiendo blancura, pero no hay que asustarse. Si tu alianza de oro blanco pierde brillo o amarillea, basta con llevarla a una joyería para que la limpien y le devuelvan su color original. Tras una sesión con el joyero, el anillo brillará como el primer día.
¿Son vuestras alianzas de oro blanco?