El día del matrimonio me peinaron y maquillaron mientras tomaba un vaso de pisco sour, luego otro y uno más para los nervios, como me decía mi buen amigo el estilista. La ceremonia sería al mediodía. Fue un día lleno de sol, realmente precioso, la iglesia se llenó con nuestros invitados. Mi familia estaba reunida y la familia de Jeroen llegó a Cusco desde los Países Bajos
Muchos amigos se presentaron de gala y con sus mejores deseos, aunque muchas de mis amistades dudaban que hubiera alguien en este mundo que podía quedarse a mi lado tanto tiempo, no por mi carácter llevadero, aunque este cambió con los años al igual que mi cuerpo. Sabían que era una especie de alma libre incontrolable, pero lo lindo de este matrimonio es que no me controlan, sigo siendo un alma libre y sigo descontrolada, quizás por eso es que hemos llegado a los quince años.
Él, yendo siempre en una 4×4 y yo siempre en un monociclo, haciendo malabares por la vida. Cuando me canso o me caigo, él viene en su 4×4, me recoge y me ayuda a montar mi monociclo y se queda siempre alerta por si pierdo nuevamente el equilibrio
Mucho tiempo juntos, nunca ha sido aburrido, nos hemos mudado más de diez veces de casa y cuatro veces de país, no ha habido tiempo para aburrirnos, había mucho que empacar y desempacar. En la casa donde vivimos ahora estamos ya cuatro años, es un récord, aunque ya me dieron ganas de volverme a mudar. Jeroen dice que aún no y yo le escucho, pero al mismo tiempo voy buscando dónde podríamos seguir nuestra aventura
Además, llegaron nuestras hijas, para ponerle alegría a nuestras vidas, probablemente un día se irán, ojalá que no muy lejos porque las extrañaría demasiado. Los cuatro somos un equipo particular: la entusiasta (Sofia), la ternura (Elena), el papi (Jeroen) y la bruja (yo), definitivamente el equipo campeón
Hago un brindis por que sean más años, montado él en su 4×4 y yo en mi monociclo. Salud por eso!