Como un recuerdo que duerme en la retina, descubrimos un pueblo blanco que parece congelado en el tiempo. Un lugar que esconde magia e historia a partes iguales. Un escenario para perderse entre sus calles sinuosas y sus casas blancas. Un sitio del que enamorarse, o tal vez, en el que enamorarse.
Entre sus rincones encontramos una novia tan blanca como la cal de sus paredes. Una mujer que enamora y se deja enamorar. Descubriendo el empedrado de sus calles, sus puertas azules y el contraste de las tejas de sus tejados, nuestra novia avanza entre flores y rejas en un escenario andaluz perfecto.
El azul del cielo se conjuga con el de las puertas para mostrarnos a la protagonista de un cuento; un cuento que escribe puntada a puntada el vestido de Victoria Imaz. Su delicado encaje se funde con las calle de Frigiliana en un pulso entre adoquines y bordados.
Unas calles blancas, siempre coronadas por los tocados de Martina Dorta, en las que perderse en un cuento que merece la pena ser protagonizado.
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CRÉDITOS WEB:
Vestidos: Victoria Imaz
Tocados: Martina Dorta
Fotografía: Juan Trujillo
Peluquería: Rafael Bueno y Moisés Utrera
Maquillaje: Ariadna Caparrós
Coordinación y estilismo: Rodolfo Mcartney de Noquiero Agencia.
Modelo: Cristina Messa