¡Ay! Me vais a perdonar, me ha costado un año escribir este post. Aunque parezca lo contrario - por eso de pertenecer al universo 2.0 - no os creáis que soy muy de andar pavoneando mis cosas... al menos en lo que a nuestra boda se refiere... pero prometí que iba a escribir unas líneas y como el 17 de Septiembre es nuestro aniversario ¡que mejor ocasión! aquí está el tan esperado post: La decoración de nuestra boda al completo.
Después de la noticia "Nos casamos" y un breve resumen en casa de lo que queríamos; un evento intimo, familiar, sin maltrato al invitado, lo más personalizado, handmade y lowcost posible (porque dices la palabra boda, y parece que absolutamente todo se dispara) mi sabia Madre - que me conoce bien - me dijo: "Pues ya estás pensando en quien delegas, porque no quiero verte subida en la escalera el día antes de la boda"
Y a pesar de que no queríamos maltrato al invitado, y que nuestro deseo era que absolutamente todo el mundo disfrutara con nosotros de ese día... delegué prácticamente todo en mi gran amiga Marian, de Aza diseño ornamental.
De esa decisión solo me arrepiento de saber a ciencia cierta, que Marian no pasó un día de desconexión y disfrute, con nosotros... pero desde luego ha sido con creces la mejor decisión que pude tomar pues ya no es que sea una profesional como la copa de un pino sino que ese día era como si fuera yo misma la que estuviera ahí organizando, decidiendo y metiendo caña.
Tanto para la ceremonia, como para el convite escogimos El Restaurante Latigazo, aunaba la mayoría de los requisitos que buscábamos: un rincón verde en Madrid, con un espacio con muchísimo potencial digno de ser decorado a mi gusto, transporte fácil, hotel cercano para la gente de fuera, y cocina propia.
Además, tuvimos la suerte de que los responsables fueron desde el principio muy cariñosos con nosotros, el trato de todo el personal fue excepcional y el precio desde luego era el más competitivo.
No hicieron falta muchas reuniones con Marian, me conoce a la perfección y creo que yo tenía bastante claro qué y cómo lo quería todo. Aquellas quedadas, más que reuniones de trabajo acababan siempre en una reunión de amigas y risas.
Así que por mi parte, bastó una visita a nuestros proveedores y a IKEA para escoger y comprar todos los productos que necesitábamos para realizar el montaje, y que en manos de Marian y su madre junto con las mil sorpresas que nos prepararon, convirtieron aquel rincón verde en nuestro espacio de ensueño para ese día.
Si ella no hubiera estado ahí, vosotros que me leéis sabéis que mi madre es sabia: Hubiera estado subida en la escalera ya no el día antes de la boda, sino casi el mismo día. En cambio el día antes me pasé toda la mañana montando brochetas de chuches con mi hermana para el candy bar, por eso de no saber parar quieta. Y como me decían sorprendidos: ¡La única novia que el día antes está montando con los demás!
Creo que conseguimos ese efecto handmade que queríamos. Marian utilizó nuestras invitaciones para decorar botes de vidrio de distintos tamaños, y pintó, restauró y tuneó un precioso palet que sirvió para decorar la entrada al restaurante y que luego trasladaron a la zona de barra donde finalizamos la boda. En un rincón, las velas de citronella en su tiesto de cemento con nuestro nombre, un detalle de recuerdo para nuestros invitados en los que estuve trabajando todo el verano, ya os lo enseñé en este post de aquí.
La verdad es que solo puedo decir que fue un día memorable, en los que estuvimos rodeados de profesionales que parecían amigos y que lograron que nuestro día fuera como tenía que ser: Inolvidable.
Fotografía: Micky Vicario
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