Son personas que venden humo, que saben decir las palabras adecuadas en el momento preciso pero se autodelatan en su forma de actuar porque su historia no es creíble. Esto se demuestra en que muy pocos proveedores repiten feria. Y es que cae por su propio peso.
Y así cayó, en mi caso, en la feria en la que trabajé con ellas. Pasé de ser cliente a colaboradora: nos íbamos a ayudar mutuamente (perdona, no te estoy pagando ya por lo que vas a hacer por mí?), nos íbamos a retuitear (ya, pero es que en ese momento yo tenía más seguidores que tú), nos íbamos a compartir contenidos (bola de pasto rodante)… y el colmo: invita a tus clientes a la feria.
A ver, que una es rubia pero todavía le da para ver la jugada: me estás diciendo que expongo en una feria para darme a conocer a nuevos clientes y resulta que tengo que invitar a los míos? Pero si ya me conocen. Los puedo invitar como amigos que son muchos de ellos, pero no para que a ti se te llene la feria.
Para más inri, me habían dicho que disponían de un par de invitaciones y unos cuarenta descuentos del 50% pero en el último momento (quien dice el último momento dice el segundo día de feria) me encuentro con que no tengo ninguna. Mendigando conseguí alguna invitación pero nada que ver con lo que se había hablado. Así que ahí nos ves: muertos de vergüenza diciendo a nuestros amigos, nuestros invitados, nuestros clientes, que tenían que pagar la entrada porque habían venido a vernos pero no podíamos proporcionarles invitación ni descuento. Que alguien me recuerde que el año que viene celebre así mi cumpleaños: yo te invito pero te lo pagas tú, ya si eso. Ah, es que te invité a venir, nadie dijo nada de cenar…
Y hablando de invitados, la cara que se me quedó cuando dos de ellas vinieron y me dijeron: “Pero Aran, éste no era un stand con un solo proveedor de cada cosa?? Nos han dado dos tarjetas de wedding planners, mira, toma”. No pasa nada: hay público y estilos para todo. Los novios no tienen que contratar por a una wedding planner por ser la única opción, sino porque crean que ella es la más indicada para producir su boda. Pero sí pasa cuando la organización te ha vendido que eres la única wedding planner del stand y resulta que hay dos más. Eso sí, “encubiertas” en otras facetas de boda. El problema es claramente de la organización. Y aquí “problema” es un eufemismo de “culpa”. Al pedir a la organización una explicación me dicen que “no pueden contarme en ese momento, pero que la semana que viene me llaman para un café y me explican”.
Y aquí estoy, escribiendo pacientemente este post en los ocho meses que llevo esperando ese café. Y oye: que si quieren invitarme, yo me lo pago. Que no sea por eso.