Una boda es una fiesta. Una fiesta en la que tienen que reinar el buen humor, la alegría, las bromas y las ganas de pasarlo bien. Así es Paloma. Bromista, divertida, alocada. El día que la conocimos nos contó que tenía muchas ganas de casarse con Germán, el hombre de su vida y el padre de la pequeña Kenia, pero no quería una boda cualquiera: quería una fiesta, algo distinto y original que se saliera de los cánones "bodiles" y que sirviera de excusa para juntar a su familia y amigos más cercanos, sin necesidad de que hubiera mucho protocolo de por medio. Más adelante conocimos a Germán. Él disfruta de los momentos en buena compañía, de la buena música y de un buen gin-tonic. Nuestras cabezas se pusieron a maquinar desde ese mismo instante, pues en lo primero que íbamos a trabajar era en su invitación. Nos dieron carta blanca y hoy os podemos mostrar el resultado.
Era importante que éstas reunieran todo lo anterior. Así que metimos en la "coctelera" un poquito de diversión, un poquito de locura, un poquito de sabor, un poquito de color y las instrucciones necesarias para que todos los invitados sepan la que se les viene encima el próximo 10 de mayo, día del evento jejejeje. Ahora ya saben que ese día se lo van a pasar muy bien, pues tienen unos anfitriones que van a cuidarles mucho: como veis, han pensado en la bebida, en la música, en la fiesta y hasta en las babysitter (sí, porque ese día los niños también son importantes). Os dejamos aquí con algunas fotos de la invitación, y os adelantamos también con ellas algunos de los elementos clave de la fiesta: los colores, el tono festivo que tendrá, la importancia de los cócteles y las frutas, etc... ¡Esperemos que os gusten!
Sara.