Por la tarde, nos dejamos conquistar por su spa y por la paz que te inunda (por falta de tiempo no pudimos realizar ningún tratamiento, pero los tienen de numerosos tipos según necesidad, que en mi caso tendría que haber sido descontracturante) y luego disfrutamos del dolce far niente (que listos nuestros vecinos italianos), a lo que siguió una cena también interesante. Reconozco que de vez en cuando viene bien dejar al pequeñajo y volver a recordar cómo vivíamos sin él, al tiempo que yo reconecto con el mundo “bodas”. Porque me ha parecido además un sitio ideal para casarte, tanto si buscas una ceremonia religiosa como una civil. Además, dispones de numerosos enclaves en los que celebrar tu cóctel o banquete. Yo no quiero extenderme mucho, pues ya sabéis que soy muy fan de la frase de “una imagen vale más que mil palabras”. Así que dejo las palabras aquí y doy paso a las imágenes, para que vosotros veáis qué posibilidades tiene el lugar. Os lo recomiendo 100%.
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