Aquí tenéis a Paloma, con un vestidazo de organza de seda de Josechu Santana, diseñador asturiano. Al vestido le añadió una preciosa mantilla de encaje que le prestó Pilar, una buena amiga de la novia, que sujetaba con 2 peinetas de plata. Para el ramo eligió peonias blancas y como joyas unos pendientes de brillantes con los que se casó su hermana gemela (son idénticas, jajaja).
Del maquillaje se encargó Avohai y sus peluqueras de toda la vida fueron las que le hicieron el peinado sencillo que ella quería mientras se tomaba unos canapés y unas cervezas con su hermana. ¡Un planazo para antes de la boda! Días antes se hizo la manicura, la pedicura y un tratamiento de óxigeno para la cara y también masajes y un peeling corporal. ¡Así seguro que no había nervios!
La preboda fue la típica espicha asturiana y los novios quisieron agradecer a los invitados que se desplazaron hasta Gijón con unas botellas de sidra que encontraron en sus habitaciones.
La ceremonia fue en la Iglesia de la Asunción, en el colegio donde estudió Paloma, y en los jardines del propio colegio se hicieron las fotos. En la iglesia tuvieron coro y como no podía ser de otro modo, a la salida les esperaba un banda de gaitas.
La celebración tuvo lugar en el Real Club Astur de Regatas de Gijón, donde no faltaron detalles de la tierra como los centros de mesa con hortensias blancas, velas verdes y manzanas asturianas. Además, en las mesas dejaron cámaras desechables y ahora tienen mil recuerdos de ese día.
Fue una boda especial porque fue la primera pareja de la pandilla en pasar por el altar. Y en palabras de la novia, "aunque no había por entonces blogs de bodas fue una boda sencilla, divertida y repleta de bonitos detalles".
¿Estáis de acuerdo con que las novias nunca pasan de moda?