En estos días de bodas y grandes celebraciones, no he podido evitar acordarme de unas pequeñas “víctimas” de todas esas reuniones: los niños.
Porque seamos sinceros, para los niños, ir a una boda es, como diría Manolito Gafotas “un rollo repollo”. En muchas ocasiones los niños apenas tienen conocidos entre todos los invitados y se desesperan cuando se trata de recibir besos y achuchones de gente a la que no han visto en su corta vida. Si a eso sumamos el hecho de que, su ropa para las bodas no suele ser excesivamente cómoda para correr y brincar como hacen “los niños de la infancia” (Manolito otra vez), es normal que cuando los pobres escuchan la palabra “boda”, casi tengan ganas de salir corriendo sin mirar atrás.
Y, por si fuera poco, hay una circunstancia que puede “empeorar” más ese día para ellos. Y es que, aunque para los adultos los niños de arras sean casi casi lo más tierno de una boda, para los niños no siempre es divertido.
Recuerdo una vez, cuando yo tenía 3 añitos, que una vecina consideró que yo era la indicada para llevar el típico cojín blanco de raso que se usaba allá por los 90 con los anillos. Y allí estaba yo, vestida de mininovia con un cojín de raso en mis manos.
No recuerdo si estaba cómoda, o el vestido picaba, pero sí tengo claro que ningún niño debería ir incómodo por el capricho de una novia que los quiere vestir de tal o cual manera, o que quiere que tengan un protagonismo que los pequeños no siempre buscan. Además, los niños en las ceremonias se suelen aburrir como ostras…y buscan “diversiones adecuadas para su edad”.
Por ese motivo, cada vez más parejas optan por dejar a los pequeños en casa y evitarles el “mal rato” y poder disfrutar de un rato en pareja con los amigos. Pero, si esto no es posible ya que se trata de alguien muy cercano y, además, nuestros pequeños son parte del cortejo…¿qué tal si elegimos un “modelito” adecuado para su edad?
Y vosotras, ¿cómo vestiríais a los niños en vuestra boda?
Besos,