Me crié con películas de Walt Disney y ahora reconozco que entre las princesas y las películas románticas de Hollywood soñé tantas veces con el día de mi pedida de mano que prácticamente tenía la escena, la cara y la frase preparada.. ¡JA!
Os voy a poner en situación; desde que empecé con mi marido deseaba que me pidiera matrimonio y alguna vez le preguntaba que cuándo sería el momento, él siempre me contestaba “cuando menos te lo esperes”… y tengo que reconocer que después de tres años saliendo y de las ganas que él sabía que tenía, se me había quitado prácticamente toda la esperanza de una gran pedida de mano. Y vaya si tenía razón con la frase de “cuando menos te lo esperes”…
Un día me llama mi marido, estando yo en Alicante (viendo a la family) y me dice: “Nos vamos a Nueva York”, yo muerta y rematá porque le habían hecho recientemente una oferta de trabajo para cruzarnos el charco contesté: “¿A vivir o de vacaciones?”, deseaba que fuera la segunda respuesta porque no hubiera sido fácil encajar por teléfono esa decisión y sí, se convirtieron en cinco días inolvidables en la ciudad más cosmopolita del mundo.
New York, New York…
La verdad que todo lo que vimos fue una maravilla, había veces que me sentía como en el futuro… ¡Alucinante! Y mi marido que es un friki de los rascacielos, ¡imagínate! En fin, pasamos unos días maravillosos y yo me decía por lo bajini: “Vamos a ver, este chico tiene la oportunidad perfecta para pedirte matrimonio aquí, si no lo hace ¡¡¡¡¿dónde lo va a hacer? ¿En casa Pepe cuando lleguemos a Madrid?!!!! Así que ni corta ni perezosa, cuando llegamos a lo más alto del Top of the Rock me decidí a hacerle una llave ninja para fulminarlo en el suelo mientras grité “¡¡Si quiero, sí quiero!!”. Valeee mientooo, esas eran mis expectativas; la realidad fue que con un Hulk de metro noventa mi patada mortal por detrás y el intento de hincarle la rodilla en el suelo quedó en un intento de moverle y el me contestó: “¿Qué haces?” (porque además me escuchó decir “sí quiero, si quiero..”) y en ese momento un baño de realidad cayó sobre mi: ¿Cómo había sido tan tonta de pensar que un hombre como él querría casarse con una chica como yo?, y aguantándome las lágrimas, le quité la mirada y me apoyé sobre la barandilla a mirar el impresionante Skyline que me brindaba aquel ático.
Él vino por detrás, me agarró de la cintura con el brazo derecho y con el que le quedaba libre apoyó una cajita burdeos con un anillo en una columna de media altura que tenía a mi lado.
¿¿Quéé??
Os prometo que en ese momento me sentí… me sentí… ¿Cómo lo explico? No sabía si estaba en un sueño, si estaba delirando, si me había dado un golpe y me había quedado inconsciente… Pero lo primero que se me pasó por la cabeza fue que de la vergüenza que le había hecho pasar, le habría pedido prestado a cualquier romántico empedernido de por allí un anillo para hacer el paripé, en plan: “Hey brother, Can you give me you ring for a moment, please?” ¡¡jajaja!! Os prometo que mientras lo escribo ¡¡estoy reviviéndolo todo y fue taaan subrealista!!
Así que sin pensarlo demasiado y con las lágrimas que ya tenía en los ojos sin saber si me invadía la ilusión o el sarcasmo le pregunté: “¿Estás de coña?”
¡¡¡Sí, señoras y señores, esa fue mi respuesta de Walt Disney: ESTÁS DE COÑA!!!
Imaginaros al pobre hecho un ocho, con cara de entrar en el matadero y rojo como un tomate, solamente alcanzó a sonreír y a decirme: “No”. ¡¡Y ahí ya sí que sí me abracé a él, explotaron los fuegos artificiales, la gente empezó a aplaudir, nos corearon nos nombres… una pasada!! (bueno vale no, hubo un beso muy bonito y ya sí que lloré de felicidad, pero esto sin un poco de decoración quedaba soso…)
Mientras nos fundíamos en un abrazo interminable él se atrevió a decirme: “Pero nena, que no me has contestado”, a lo que yo le contesté: ” y tú tampoco me has preguntado nada” y así en nuestra nube y unos meses después pusimos fecha a nuestra boda.
Claro, yo ahí ya empecé a ser una malanovia, porque a mi todo esto del cuento de hadas me lo habían pintado de otra manera, y por eso decidí abrir el blog, porque no todo es de color de rosa, bonito si, pero completamente diferente de lo que nos pintan las revistas.
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