Pero ya estoy de vuelta con el firme propósito de recuperar el ritmo del blog. Y no se me ocurre mejor tema para este regreso que contaros un poquito cómo fue mi boda. ¡Me hace mucha ilusión compartirla!
Con el que ahora es mi marido, Dani, nos conocimos hace 11 años, nos enamoramos hace 10 y tuvimos a Julia hace 2 y medio. Después de tanto tiempo juntos y ser ya una familia, y también por nuestra forma de ser, teníamos claro que queríamos una boda relajada, muy íntima y natural.
Asistieron solo nuestros familiares y les pedimos que vinieran vestidos de blanco, frescos y cómodos. Nosotros también nos vestimos así. Nuestra historia comenzó en Ibiza y Formentera, así que fue la manera de hacerle un guiño a nuestras queridas Pitiüses.
El poder compartirla con nuestra hija, y que fuera ella la que nos entregara el cojín con las alianzas, la hizo aún más emotiva y especial.
El espacio que nos ofreció el Ayuntamiento resultó ser el escenario ideal. Un antiguo molino con una construcción preciosa que ahora alberga el “Museu del Fang” (un museo de cerámica, muy típica en esta zona), y que alrededor tiene un jardín donde encontramos un espacio con árboles y sombra que nos pareció perfecto.
Allí, a modo de asientos, ubicamos unas balas de paja que alquilamos a una hípica. Las cubrimos con telas que atamos a cada extremo con unos pequeños ramitos de flores secas y quedaron geniales.
Para ir en la misma línea, pusimos también una bala de paja para que el Alcalde pudiera apoyar sus papeles durante la ceremonia. Pero para que esa fuera diferente, la vestimos con un camino de mesa de yute, atado también a los lados con ramitos de flores.
En el lugar donde estaríamos de pie el Alcalde y nosotros, colgamos de los árboles algunos pompones de papel en color beige y también botellitas de cristal con flores, atadas a las ramas con cordón natural que las sostenían a diferentes alturas. ¡El efecto fue precioso!
A un lado de todo esto ubicamos unas cajas de vino que barnizamos, sobre las que formamos nuestras iniciales con letras de madera, colgamos una guirnalda de yute con corazones y pusimos unas jarritas con flores. Al conjunto se sumó mi capazo de ir a la playa (combinaba perfecto!), también lleno de flores.
Junto a esto pusimos una mesa preciosa (que encontré en el contenedor de casa y después de lijarla quedó divina!), con una bandeja y un cartelito estilo pizarra que ponía “Para saludar a los novios”. En la bandeja ubicamos los conos kraft con el arroz y también pusimos unas varitas y pomperos para que Julia y mis sobrinas jugaran y se divirtieran. Para completar la mesa, pusimos la guirnalda de flores de cartulina beige y debajo unos pompones también en beige.
Para después de la ceremonia, preparamos un pequeño tentempié antes de irnos al restaurante donde comeríamos. Pusimos dos dispensadores de bebidas, con limonada y agua fresca, y queso mahonés con uvas y picatostes. La limonada voló! Y el tentempié también jeje
Después, comida en el Santa Ponsa Country Club (súper recomendable!!), chapuzón en la piscina y a disfrutar de la tarde en familia.
Así fue nuestra boda. Desde mi punto de vista, perfecta. Y, sin duda, ¡uno de los días más felices de mi vida!
Hasta el próximo post!
Silvana
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