¿Depresión postboda? ¿Qué dices?

¡Sí, señora (porque ahora que te has casado eres señora, aunque te duela…)!

Existe y tanto, pero ¿cómo no va a existir la depresión postboda? La mayoría de nosotras nos tiramos toda la infancia con películas de príncipes azules donde además acaban casándose, siendo felices y comiendo perdices. Yo siempre he dicho que la boda la tenía, solamente me faltaba el novio (dime que no te ha pasado alguna vez, jeje), así que cuando por fin conseguí un hombre estupendo y maravilloso que esté dispuesto a comprometerse, nos toca esperar y esperar para que nos lo pida (porque así dicen que tiene que ser). Una vez que el señor novio se decide de una vez por todas a hacernos la pedida de mano, toca poner fecha y tenéis que reconocer que cuando más falte, más tiempo tenemos para Pinterestear y Googlear hoooras y horas buscando el vestido de novia ideal, inspiración para la decoración de tu boda o alguna decoradora de bodas o Wedding Planner que te ayude, detalles para los invitados, la luna de miel, zapatos de novia, la liga, el traje de tu futuro marido… Y es aquí cuando entras en la “nube bodil” y quieras o no, en un bucle monotemático de bodas, vestidos, fincas… bla, bla, bla… Y sí, muchas veces cansamos a los futuros maridos y en ocasiones a cualquier persona o bicho viviente que tengamos a nuestro alrededor, pero da igual porque nosotras… ¡¡¡estamos prometidas!!!

3… 2… 1… ¡POM!

Vamos a sumar que entre todo el jaleo que acabo de comentar, vienen los preparativos reales; prueba de vestido, prueba de maquillaje y peluquería, elección de la finca o restaurante, y… ¡oh no! Una de las tareas más difíciles… ¿Dónde siento a quién? Y… ¡Taráááááá! Primer rompecabezas angustioso y largo; porque claro, a la tía Rita no la puedes sentar con su hermana porque se lleva a matar con su marido, y por supuesto al primo Pedro no le puedes sentar cerca de tu tía Margarita porque se enteró de que estaba enamorado de su hija y ¡¡le montó una que pa qué!! jajajaa… sí hija sí, “en todas las familias se cuecen habas”, ¿no?
Y aquí es cuando la mayoría de nosotras solemos tener algún problemilla con algún familiar tipo: “Mira tía Rita, te tengo que sentar con tu hermana, porque tengo esa opción o sentarte en la mesa de los niños, no me cabes en otra parte… ” Y la tía Rita se coge un mosqueo de aupa y está sin hablarte hasta que te quedas embarazada y le das un sobrinieto (que de eso ya hablaremos en otro momento).

Y a contrarreloj de todos los demás preparativos (porque da igual aunque la boda sea dentro de dos años, siempre hay alguna que te dice “uy, pues vas justa” y tonta de ti te lo crees y vives en un estrés continuo), también hay que sumarle los grandes o pequeños roces que surgen con algún amigo o amiga. Muchas veces pensamos que en los preparativos de nuestra boda, todo el mundo se va a implicar y no es así, al final la que se casa es una con su marido y para la mayoría es como ir a un cumpleaños pero más de bonito; te quieren mucho, lo celebran, bailan, beben y se van a su casa y al día siguiente tan pichis. Entonces, hay ocasiones en las que nos llevamos un buen disgusto porque “fulanito o sotanita” no pueden/quieren venir porque “esos saraos a mi no me gustan” o “no me cambian el turno del trabajo” o “tengo un examen” y nosotras pensando que todos iban a estar igual de implicados… Aprende: te hace ilusión a ti, si tienes suerte y a tu marido también le hace ilusión te puedes poner más contenta que la flamenca del Whatsapp, y ya si a tus familiares cercanos y amigos de toda la vida se implican totalmente, ¡ya sí que sí la fiesta tiene que ser por todo lo alto! Pero si solamente se dedican a preguntarte qué tal lo llevas, y te toca pasar por alguna de éstas situaciones, no te desanimes, porque el making of  de las bodas no es como lo pintan en las revistas nupciales (al igual que el parto, el estar guapa en los primeros meses de maternidad o los culos de las famosas), ¡¡así que acepta que eres una malanovia y sigue con más fuerza!!

Seguimos con la carrera contrarreloj, con el idealizar más y más nuestro día, con el monotema, con los preparativos, los nervios, las pesadillas bodiles y más rápido de lo que en un principio parecía…

¡LLEGÓ EL DÍA!

Sí señorita (todavía señorita), éste día es para relajarte (si lo consigues) y disfrutar al máximo de todo y todos y aunque no quieras el día se acaba y cada uno vuelve a casa a dormir la mona, pero a vosotros os queda la bienmerecida “luna de miel”.
Sean 10, 15, 20 o 30 días, a vosotros os saben a gloria ya que estáis en el momento de “recién casados” y además de disfrutar de un nuevo estado, el de casados, estáis conociendo lugares diferentes, sensaciones distintas y entre un paseo y otro no paráis de recordar momentos geniales de la boda, “todo maravilloso”, “el mejor día de mi vida”, “qué bien salió todo”, “qué cogorza de pilló Pepe”…

 “Salga como salga, será el mejor día de tu vida”.

¿Y qué pasa cuando vuelves? Cuando te toca volver al trabajo, a la vida en pareja, a la rutina… Se crea un vacío porque la mayoría de nosotras ni nos acordamos de lo que hacíamos antes de planear la boda. A ésto, tenemos que sumarle que de la noche a la mañana ya no está ese estrés, ni los nervios, ni el contrarreloj, ¡Puf! se fue… y que además tus amigos y familiares hablar un par de veces del día de tu boda y ya no les interesa más, ya nadie te pregunta qué tal los preparativos… entre otras cosas, ya no eres el centro de atención.  Y en ocasiones nos sentimos solas, hemos finalizado el proyecto de nuestra vida y como me decía una novia hace no demasiado tiempo:

“¿Nerea, y ahora qué?”

Ahora decides tú en qué quieres emplear tu tiempo, qué proyecto os apetece iniciar juntos. Muchas parejas buscan un nuevo miembro en la familia para llenar ese hueco, o porque es el “paso lógico” después de una boda y en lugar de poner en Google “vestidos de novia” buscas “carritos de bebé” y mira, esta nueva etapa te durará muchos años y ahí no vas a tener ni un minuto vacío.

Pero si de momento no te lo planteas y estás pasando por una etapa de “chof” (si no le quieres llamar depresión postboda) mi consejo es que busquéis cualquier excusa para viajar, para ir al teatro, a ver un monólogo, a cenar, a un parque de atracciones, a bailar o a pasar el día al campo con una tortillita de patatas, unas cartas y el uno para el otro… Lo que sea para seguir saboreando la vida.

Sé feliz.

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Etiquetas: BodasLifestyle

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