Hoy iba a empezar a salir a correr de nuevo por las mañanas, pero llueve al otro lado del cristal y yo aún no soy tan loca del running.
Hoy iba a colocar el temario de la oposición, pero me he agobiado en el tercer tema y ni los subrayadores de colores han podido animarme.
Hoy iba a responder a todas las conversaciones pendientes del Wassap pero tengo cuatro más que se han quedado en visto.
Hoy iba a comer más sano pero había dos cachos de pizzas en un plato que me llamaban a gritos y ya se sabe, pocas cosas hay en este mundo más ricas que la pizzas recalentada.
Hoy iba a a dejar de tirar tanto de la tarjeta de crédito y ya van dos compras con ella.
Hoy iba a hacer la lista de los propósitos de año nuevo y he tirado el papel.
Porque sí, ¿Quién quiere propósitos de año nuevo? Yo este año, los mando a la mierda.
No quiero propósitos, quiero vivir. VIVIR.
Vivir sin preocuparme de una lista poco realista que hago todos los años.
Vivir sin dietas, sin estrés añadido por no cumplir eso que yo dije que cumpliría.
Vivir improvisando, bailando con la suerte que me venga cada día e intentando dar esquinazo a lo que no me guste.
Vivir esforzándome para cumplir uno de mis sueños, porque por los sueños si debe lucharse pero sabiendo que si no llega en el 2018, llegará en el 2019 pero llegará.
Nada de metas imposibles. Nada de intentar ser más feliz porque voy a serlo, nada de pasar más ratos con los amigos porque me lo he propuesto y mucho de pasar ratos con los amigos porque ellos son mucho mejor que cualquier película de domingo por la tarde. Incluidas las de Netflix.
Nada de empezar un año nuevo planificando todo lo que tengo que conseguir en él para que cuando llegue Diciembre sienta que he fracasado. No. A mi eso no me pasa más.
Lo dicho, a la mierda los propósitos.
Imagen; Pinterest
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