Un cinco de Mayo

Un cinco de mayo, hace ya 19 años, me vestí de azul (no me sienta bien el blanco) y desafié a la lluvia con una sonrisa radiante y rebosante de ilusión. Solté un discursito y se me escaparon dos lágrimas de emoción, y, sobre todo, me sentí feliz, expectante ante la nueva etapa de mi vida.

Me casé en el juzgado, en una ceremonia de apenas diez minutos, en la que sólo tuvo cabida mi pequeño discurso. Si en aquel entonces hubiese sabido todo lo que hoy sé, mi boda habría sido muy diferente. Yo no deseaba una boda religiosa, sino civil, pero... ¿Sabías que entre la frialdad de registrar un matrimonio oficialmente en el Juzgado o en el Registro Civil y la celebración simbólica de una boda mediante un rito religioso, hay otras opciones?

Ojalá entonces hubiese sabido que, si no quieres casarte “por la iglesia”, pero deseas que tu boda, como la mía, no se limite a la lectura de tres artículos del Código Civil y una firma, existen otras alternativas.
Y es que no debemos confundir registrar un matrimonio en el juzgado, que no es sino un trámite legal, con la boda, que es la celebración del amor y del compromiso ante nuestros seres queridos. Una boda es gritar a los cuatro vientos: "Estamos juntos y queremos seguir estándolo: y queremos que vosotros lo sepáis y lo celebréis con nosotros"

Si entonces lo hubiese sabido, habría preparado con mimo una celebración laica, simbólica, con un equipo profesional de oficiantes de boda, que me ayudase a diseñar mi ceremonia, en el lugar elegido, con los ritos que me hubiesen encandilado, con la música que hubiera deseado; incluso con mis propias palabras. Una ceremonia a mi imagen y semejanza, a mi medida. Como anillo al dedo, ¡nunca mejor dicho!

Si entonces lo hubiera sabido, habría contactado con Bodas Eva. ¿Y tú? ¿Te animas?