RISAS AMARGAS
Una tarde de octubre, pensativa
te vi cruzar el bosque solitario.
¡Hondo pesar de tu alma enamorada
ibas tal vez llorando!
Al hallarte conmigo, sonreíste,
queriendo disfrazar tu cuita amarga;
pero ¡ay! que tu sonrisa
era mucho más triste que tus lágrimas.
(Emilio Carrere)
VIENES A MÍ...
Vienes a mí, te acercas y te anuncias
con tan leve rumor, que mi reposo
no turbas, y es un canto milagroso
cada una de las frases que pronuncias.
Vienes a mí, no tiemblas, no vacilas,
y hay al mirarnos atracción tan fuerte,
que lo olvidamos todo, vida y muerte,
suspensos en la luz de tus pupilas.
Y mi vida penetras y te siento
tan cerca de mi propio pensamiento
y hay en la posesión tan honda calma,
que interrogo al misterio en que me abismo
si somos dos reflejos de un ser mismo,
la doble encarnación de una sola alma.
(Enrique González Martínez)