Blogger no cargaba, no podía copiar el post que tenía hecho en Word y se me iba la conexión de ONO de casa cada dos por tres. Creo que fue a la 1:00 h de la madrugada cuando me di por vencida.
Sólo fue el comienzo de una noche mala malísima.
Tanto Javi como Noa habían estado enfermos la semana anterior, pero no pensé que fuera un virus hasta que me tocó a mí. El caso es que estoy hecha polvo, con 38 de fiebre y una gastroenteritis de caballo.
Javi y yo somos muy diferentes pero nos parecemos en que los dos somos muy hipocondríacos. Cada vez que uno se pone malo siempre se va a morir y deja instrucciones al otro de lo que tiene que hacer. Las de Javi siempre son que rehaga mi vida y sea feliz. Las mías siempre son que de rehacer su vida nada de nada, tiene que guardarme la ausencia toda la vida. Como me entere que otra mujer entra en mi casa vuelvo del más allá para arrastrarla de los pelos fuera de mi hogar. Así soy yo, siempre dulce.
A las 8:00 h de la mañana de ayer estaba dando los últimos coletazos de mi vida. No me sentía con fuerzas ni de llevar la niña al cole, así que se encargó Javi. Confieso que me levanté a las 13:00 h (me había tomado un Frenadol, que me deja grogui), me duché y fui a recoger a Noa al colegio.
Como no podía ser un día normal, lo primero que me dice la niña cuando me ve, así a bocajarro es: '¿tú tienes vulva?'. Por un momento pensé que la fiebre me estaba jugando una mala pasada, así que le pregunté '¿que si tengo qué?'. Y ella repitió, gritándome como si estuviera sorda, '¡QUE SI TIENES VULVA!??'. Una pregunta sencilla delante de todos los padres el cole.
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