El viaje a la India puede comenzar en este último estado, más concretamente en la ciudad de Agra, donde se encuentra el edificio más emblemático del país, el Taj Mahal. Típicas son las fotos en sus jardines con la representativa construcción a sus espaldas, aunque éstas no reflejan la intensa contaminación que está poniendo en peligro este regalo que un día un emperador hizo a su esposa favorita.
Dejando Uttar Pradesh a nuestras espaldas y viajando hacia el oeste, entramos en Rajastán. Este estado de la India, es uno de los más grandes de la India, destaca por sus dos reservas naturales de tigres y por Jodhpur, o lo que es lo mismo, su “ciudad azul”. Las fachadas de los comercias y las casas están pintadas en intenso añil, por dos razones: evitar el intenso calor que sacude la ciudad y protegerse de los mosquitos (de los que se dice que el color azul ahuyenta).
Finalmente, siguiendo nuestra ruta hacia el oeste pisamos el estado costero de Guyarat. En él se encuentra la colina Satrunjaya donde la mano del hombre y la naturaleza se unen para mostrarnos en todo su esplendor unas autenticas maravillas. Más de mil templos de blanco mármol y de 3800 escalones, se concentran en estas colinas, donde podremos pedir a los dioses, que protejan nuestro amor.
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