La decisión de casarnos surgió en nosotros de forma natural, como casi todo en nuestra vida como pareja. En casi 9 años juntos hemos experimentado muchas situaciones, y como se podrán imaginar, unas muy buenas y otras no tanto, pero la constancia, el amor y las risas lo hacen todo posible y perdurable en el tiempo.
Comenzamos a hablar sobre ello una noche cualquiera mientras hacíamos la cena, y nuestras primeras ideas distaron mucho de lo que al final se convirtió nuestra BodaExpress. Pensamos en ir a firmar un día cualquiera al Juzgado; también pensamos en aprovechar un viaje a una isla vecina que teníamos programado y casarnos allí, eligiendo dos testigos al azar. Pero una cosa fue llevando a la otra, y se nos montó una BodaExpress a lo grande, a la que no le faltó detalle.
A medida que definíamos lo que queríamos, lo fuimos compartiendo con nuestra familia más cercana: padres, madres, hermanos y mis dos wedding-planners por accidente que fueron las que desarrollaron los medios materiales para que todo saliera de lujo. Por supuesto, cada familiar al que se lo contábamos, alucinaba más que el anterior, principalmente porque las fechas que habíamos pensado eran muy cercanas: octubre/noviembre de 2018 o sino marzo de 2019, lo que suponía en el mejor de los casos 8 meses, y en el peor, 3 o 4 meses para la planificación de la boda.
Tristemente, y dada la tradicionalidad aún de nuestra sociedad, la primera de las incógnitas que les surgía a todos era "¿Estás embarazada?". (Véase a continuación, mi ojos en blanco y mi cara de "¿En serio a estas alturas de la película necesito estar embarazada para casarme?"). Sin embargo, luego todo fue alegría. Y nervios, muchos nervios, sobretodo cuando se daban cuenta de que apenas quedaban tres meses para el día B.
La maquinaria se puso en marcha, y cada uno aportó su granito de arena para que todo saliera en día y hora, y así fue. Lo primordial era concretar la fecha con la Iglesia que nos gustaba y con el sitio de celebración. Tuvimos mucha suerte en cuanto a la fecha elegida, pues absolutamente todo fue cuadrando para que el 27 de octubre tuviéramos el fotógrafo que queríamos, la Iglesia, el catering, los vestidos, y demás detalles que imaginábamos en nuestra mente. Por lo que estamos tremendamente agradecidos.
Como decía, la pedida no fue de cuento y además se hizo de rogar. A veces me preguntaba "y el anillo, ¿pacuándo?" ya que mi querido esposo se toma su tiempo para absolutamente todo, y además, todo lo hace a su manera. Una tarde, después de que llegara a casa de trabajar, le ató el anillo al cuello con un lacito a nuestra perra, Gala. Tardé un rato en darme cuenta, además él tuvo que insistir bastante y darme pistas. Yo estaba a lo mío, y no entendía en ese momento qué pretendía con la perra y porqué estaba tan pesado, hasta que lo vi, y la sonrisa me creció de oreja a oreja :)
Y hasta aquí, esta primera entrega de cómo se fue desarrollando nuestra BodaExpress.
Pueden dejarme sus cuestiones, impresiones... en los comentarios más abajo.
Nos vemos por las redes @meryshoppinps
Besos,
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