Las novias, los novios, los lugares elegidos, los complementos, los niños de los anillos, las madres de las novias y los padrinos, con personalidad por favor.
Lo tengo claro desde hace tiempo, impregnar todo lo que nos rodea de personalidad debería ser obligatorio. La personalidad le da sentido a todo, lo hace todo un poco más nuestro y y a la vez nos hace ser más nosotros.
No hablamos de personalidad arrolladora, sólo de personalidad al fin y al cabo. Personalidad. Personalidad todos y cada uno los días de nuestra vida, incluido el día de nuestra boda.
Llenemos las bodas de personalidad y salgamos huyendo de bodas de catálogo que son iguales por favor. Que se note, por activa y por pasiva, que es vuestro día y que sois vosotros. Será una boda diferente porque será la vuestra. Y que le den al mundo!
Que le den a esos que critican a los que se atreven a salirse de las cosas de bodas para incluir esas cosas de no boda, que le den a esos que dicen que una boda no fue especial porque algo no estaba a su gusto personal, que le den al que se escandalizó cuando los novios decidieron romper la pista al ritmo de AC/DC. Que le den.
Larga vida a esos novios que se atreven, a esos invitados que siguen el rollo, a esos proveedores de bodas que le dan la calidad máxima a todo lo que los novios les piden, a todos los que se quedan con la boca abierta y felices cuando descubren un evento cargado de personalidad.
Porque hacer felices a los otros empieza por ser felices nosotros primero y ser felices se consigue, la mayoría de las veces, siendo nosotros. Así que, personalidad a raudales, por favor.
La vida y las bodas, con personalidad por favor.