Ayer por la noche nos dejó después de 94 años. Aunque me da mucha pena porque en estos 32 años hemos vivido muchas cosas juntas, me alegra que sus últimos años de vida hayan sigo dignos y que haya tenido tiempo suficiente para disfrutar de su familia.
Me acuerdo perfectamente de esas tardes de verano en que mi prima y yo jugábamos con ella a cartas en el salón de su casa en la playa, pero lo mejor de todo era cuando, junto a mi hermano y mis primas mayores, pasábamos el fin de año con mis abuelos enganchados a la TV viendo los programas de año nuevo (nunca olvidaremos ese año en que apareció la famosa Sabrina cantando “Boys boys boys”). Al día siguiente siempre mirábamos “La historia interminable”.
Aunque las abuelas con los años van perdiendo sus habilidades, y a veces se repiten un poco… siempre es un placer verlas en buena forma. Lo que más pena me da es que no conocerá a mi hija Illa, pero me alegra que pudiera pasar conmigo uno de los días más especiales de mi vida, el día de mi boda.
Tanto mi abuela Chonuca como mi abuela Natalia pasaron con nosotros la semana previa a la boda y nos ayudaron con los preparativos de la misma. Mi abuela Natalia es joven y todavía está muy fuerte, pero mi abuela Chonuca era mayor y la verdad es que no recordaba haber estado en Menorca el día de mi boda, pero estoy segura de que lo pasó fenomenal, aunque no se acordara demasiado.
Hoy quiero hacer un pequeño homenaje a mis dos abuelas que estuvieron con nosotros en esos días tan importantes y todos estos años que han pasado a nuestro lado, de una forma u otra.
Adéu àvia Chonuca, no t’oblidarem. D.E.P.